Freud decía que: “Quien piensa en fracasar, ya fracaso antes de
intentar; quien piensa en ganar, lleva ya un paso adelante”. De nada sirve
desear algo si no haces nada para lograrlo. Los sueños no se convierten en
realidad si no pasas de la intención a la acción. Es mejor intentarlo que
quedarse con la duda de que hubiera pasado, dentro de 20 años estarás más
decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así es que si
vamos a perder algo, que sea el miedo de arriesgarnos a intentarlo una vez más.
No existe nada imposible, solo personas que no se atreven a intentarlo. Nada es
tan grande como para no intentarlo. “Puedo aceptar el fracaso, decía Jordan, pero
no acepto no intentarlo”. Cuando todo se derrumba empiezas a tener dudas,
pierdes confianza. No sabes si seguir defendiendo lo que creías. Puedes tirar la toalla o
intentarlo de nuevo. ¿Por qué insistir? Porque en ocasiones la llave que abre
la puerta es la última que pruebas. La valentía no siempre es algo que ruge.
Una de las partes más difíciles de la vida es decidir si alejarte o intentarlo
un poco más. Sin embargo, tus sueños tienen fecha de caducidad… respira hondo y
vuelve a intentarlo. A veces la valentía es esa voz suave que te dice al final
del día: “Mañana voy a intentarlo de nuevo”. ¿Qué sería de la vida si no
tuviéramos el valor de perseguir todo aquello que queremos? Que nunca te falte
un sueño por el que luchar, algo nuevo que aprender, un lugar donde ir y tener
alguien a quien querer. ¡Persiste! Si todo fuera fácil, cualquiera lo lograría.
Dite a ti mismo: “No me rendí. No, me rendí ¿Con coma o sin coma? ¡Tú eliges!