lunes, 1 de mayo de 2017

Contradecirse uno mismo


En tiempos antiguos, en el reino de Chu, había un hombre que vendía lanzas y escudos. Él presumía frente a sus clientes: "¡Mis lanzas son el arma más afilada del mundo, son capaces de penetrar cualquier escudo!". Un rato después el mismo vendedor gritaba: "¡Mis escudos son los más resistentes del mundo, nada puede atravesarlos!". Un día un joven que por allí pasaba le preguntó: ¿Qué ocurriría si lanzamos una de tus lanzas sobre uno de tus escudos? El vendedor no supo que contestar…