José María Tallada dijo en una ocasión que: “Más daño produce en
el mundo el egoísmo que la maldad”. En un individuo, el egoísmo le deja el alma
vacía, Para la especie humana, el egoísmo es la extinción. La persona egoísta se
mantiene en un mundo en el que solo ve lo que puede obtener y no lo que puede
lograr. El dinero no lleva más que al egoísmo, y conduce irremediablemente al
abuso. El egoísta dice: “¿Qué gano yo?”, en cambio el amor pregunta: “¿Qué puedo
hacer?” La gente egoísta ven solo lo que hacen por ti, no lo que tú haces por
ellas. “Algunas personas, decía Quino, no han entendido que la tierra gira
alrededor del sol, no de ellas”. El egoísmo no es amor propio, sino una pasión desordenada
de uno mismo. No es vivir como uno desea vivir, es pedir a los demás que vivan
como uno quiere vivir y gastar todo el amor que se tiene en sí mismo sin dejar
nada para los demás. “Un hombre es llamado egoísta no por buscar su propio
bienestar, decía Richard Whately, sino por ignorar a su prójimo”. No olvides
nunca que los demás cuentan contigo y que tú no puedes contar con ellos. Extiende
tu mano a quien lo necesite, aunque sea por el egoísmo de pensar que alguna vez
puedes ser tú el necesitado. El Dalai Lama decía que: “Si no perdonas por amor,
perdona por egoísmo, por tu propio bienestar”.