“Cada cual se tasa libremente en alto o bajo precio, decía Epícteto,
y nadie vale sino lo que se hace valer; tásate, pues, como libre o como
esclavo: esto depende de ti.”. De nada sirve saber cuánto tienes cuando no
sabes cuánto vales. El miedo y el apego en una relación de pareja, hijos,
amigos, trabajo, etc., pueden bloquear la mente y ablandar el corazón. Y
peligrosamente nos puede llevar a utilizar expresiones tales como ¡Haría
cualquier cosa por ti! o ¡Te seguiré hasta el fin del mundo! O como dice
aquella canción: “Seré... tu amante o lo que tenga que ser, seré lo que me
pidas tú. Amor lo digo muy de veras haz conmigo lo que quieras reina esclava o
mujer ¿Pero déjame volver... contigo?” ¿Sabías que quién tiene el poder en una
relación, no es el más fuerte, ni el que tiene más dinero? ¡Es el que necesita
menos al otro! Si tu pareja puede prescindir de ti mucho más fácil de lo que tú
puedes prescindir de él o ella, hay que equilibrar la cuestión. Es en serio que
debamos ¿Sacrificar las ganas de vivir en nombre del amor? El amor no debe ser
un culto al sacrificio sentimental ilimitado, Debe ser reubicado, puesto en su
sitio, inteligente… Una cosa es una dedicación saludable y otra muy diferente
una entrega autodestructiva. ¡El amor debe tener límites! ¿Hasta dónde amar? ¿Hasta
el cielo? El límite lo define tu integridad, tu dignidad, tu felicidad… Estaré
a tu lado siempre y cuando (1) me sienta amada (2) pueda llevar adelante
mis proyectos de vida y (3) no vulneres
mis principios y valores. Te quiero y me quiero a mi misma. Y si amarte implica
aniquilar mi autoestima, prefiero la compañía de mi vieja amiga, la soledad…