La falta de ingresos necesarios para un sustento que satisfaga las
necesidades básicas de la familia es causante del constante emprendimiento de
las mujeres en nuestro país. De ahí que la mujer emprendedora representa un
importante papel en la economía social, generando riqueza y creando negocios
innovadores. La mujer de hoy ya no sólo es madre y esposa: es un ser integral
que cumple su deseo de entrega repartiéndose entre su mundo familiar y su mundo
laboral o de autonomía económica aumentando de este modo su acceso a recursos
propios, lo cual incide de manera positiva sobre sus posibilidades de influencia
sobre las decisiones familiares. En esta era de la “Súper Mamá”, la mujer emprendedora también enfrenta
grandes retos y desafíos como el romper con mitos y paradigmas de conformismo y
mediocridad que abundan en nuestro país y que nos han sido heredados por
décadas. Y aunque los roles de hombres y mujeres están cambiando, las mujeres
siguen siendo, en gran medida, las responsables de llevar a cabo las tareas
domésticas, lo cual limita la cantidad de tiempo que tienen para invertir en
hacer crecer sus empresas. A esto hay que sumarle el machismo, la inseguridad
ciudadana y la falta de autoestima que se convierten en limitantes para el desarrollo
de nuevas capacidades, a la vez que interrumpe el uso de las capacidades con
las que efectivamente cuentan. Tal y como lo expresó la Presidenta Michelle Bachelet. “…no hay desarrollo si las mujeres no están
integradas al trabajo, ni hay mujeres con igualdad de oportunidades si no
tienen la posibilidad de construir su independencia económica…”