Tanto las Naciones Unidas como la Organización Mundial de la
Salud, han establecido que una de las manifestaciones de violencia social más
importantes en el planeta es la violencia contra las mujeres, debido a que
afecta a la mitad de la población mundial y en razón del profundo impacto que
produce a nivel individual, familiar, comunitario y de la sociedad en general. El
género ha permitido “desnaturalizar” las relaciones de poder vigentes en
nuestras sociedades patriarcales, dejando en evidencia las múltiples formas en
que las mujeres son violentadas primero, y sobre todo, en sus núcleos de
referencia más cercanos, como la familia y la pareja, pero también en otras
esferas, como los ambientes de trabajo, de estudio, la calle, las instituciones
que tienen deber de protección, entre otras. Solo en Costa Rica, anualmente son
solicitadas casi 50.000 medidas de protección en los Juzgados de Violencia
Doméstica, y son interpuestas más de 17.000 denuncias por concepto de la Ley de
Penalización de la Violencia Contra las Mujeres, son denunciadas más de 1.600
violaciones sexuales y al menos 30 mujeres pierden sus vidas en manos de sus
parejas. La violencia en el hogar o en la familia es la forma más común de la
violencia contra la mujer la cual tiene seis
veces más probabilidades de ser
agredidas por un familiar que por un desconocido. A pesar de los esfuerzos que
se realizan en Costa Rica en materia de prevención de la violencia
intrafamiliar, los casos siguen notificándose a lo largo y ancho del país lo cual denota que los esfuerzos
interinstitucionales en materia de prevención y atención no han sido tan
efectivos como se esperaban por lo que esta triste realidad nacional debe ser
vista como tema prioritario dentro de la agenda de seguridad ciudadana y debe
ser de abordaje fundamental.