Galileo Galilei decía que: “Todas las cosas están ligadas por
lazos invisibles. No puedes arrancar una flor sin molestar a una estrella.” He
llegado al convencimiento que todos somos un poco raros. Y la vida es un poco
rara también. Y cuando encontramos personas cuya rareza es compatible con la
nuestra, nos unimos a ellas y caemos en lazos de mutua rareza y a eso le
llamamos ¡Amor verdadero! A veces crees que ha ayudado a dos a conocerse. Sin
embargo, se hubieran encontrado de todos modos sin tu ayuda porque el destino
funciona así. Cuando el amor fluye libremente, vence todos los obstáculos.
Basta a veces una mirada, una presencia, un gesto, para enlazarnos con alguien,
sin importar las diferencias que nos coartan y nos asustan. Basta una mano
tendida para que perdure la memoria de un rostro que el tiempo nunca borrará. Antoine
de Saint-Exuperio menciona una conversación que El Principito tiene con un
zorro acerca de crear lazos: “Verás –dijo el zorro- Todavía no eres para mí más
que un niño parecido a otros cien mil niños más. Yo no te necesito. Y tú
tampoco me necesitas. Y yo, no soy para ti más que un zorro parecido a otros
cien mil zorros más. Pero, si me domésticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú
serás para mi único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo”.