lunes, 21 de agosto de 2017

Varòn y varona


El incremento en el interés y la atención personal de Dios llega a su clímax en la creación del ser humano (Génesis 2: 7). Es hermoso saber que somos reflexiones del carácter de Dios porque podemos reflejar amor, paciencia, perdón, bondad, fidelidad, etc. “Hagamos” (Génesis 1: 26), representa un acto directo de Dios en el cual Dios utiliza sus manos y no únicamente su palabra “Dijo Dios”. Tomó tierra húmeda y con cuidado formó un vaso para la vida espiritual y física y lo vitalizó con su aliento. Lo llamó Adán “hombre” o “ser humano” y lo colocó en el huerto para que lo labrara y lo cuidara (Génesis 2: 15). Inmediatamente le dijo “Señoree”: un control y dominio de todas las criaturas (Génesis 1: 26 – 28) a través del conocimiento y el estudio (Génesis 2: 19 -20).  También le dijo “Sojuzgar”: Hacer que la tierra y todos sus recursos y elementos estuvieran bajo el control del hombre. Es una lástima como el hombre ha fallado al plan original de Dios al usar indiscriminadamente y contaminar la Creación que debe cuidar. Génesis 2: 18 menciona que había algo en la creación que no estaba bien. E inmediatamente Dios creó una “Ayuda idónea” para el hombre. Una “Ayuda” que indica  que Adán no era capaz de alcanzar por sí solo todo lo que estaba llamado a ser y a hacer. “Idónea” porque era el complemento necesario para el trabajo diario, la procreación, el apoyo y compañía mutuos. La costilla fue probablemente seleccionada como parte simbólica de lo más íntimo de la anatomía de Adán (Génesis 2: 20 – 23). La mujer no fue sacada de los pies del hombre como para considerarla inferior a Él. Tampoco fue sacada de la cabeza del hombre como para este no se considere inferior a ella. Fue sacada la mujer, de muy cerca del corazón del hombre, una compañera bajo su protección.