Un alma recién llegada al cielo se encontró con San Pedro. El
santo la llevó a dar un recorrido por el cielo. Ambos caminaron, paso a paso,
por unos grandes talleres llenos con ángeles. San Pedro se detuvo frente a la
primera sección, y dijo: -¡Ésta es la sección de recibo! Aquí, todas las
peticiones hechas a Dios mediante la oración son recibidas. El alma observó la
sección, y estaba terriblemente ocupada con muchos ángeles clasificando
peticiones escritas en voluminosas hojas de papel de personas de todo el mundo.
Ellos siguieron caminando hasta que llegaron a la siguiente sección, y San
Pedro le dijo: -¡Ésta es la sección de empaque y entrega! Aquí, las gracias y
bendiciones que la gente pide son empacadas y enviadas a las personas que las
solicitaron. El alma vio cuán ocupada estaba. Había tantos ángeles trabajando
en ella como tantas bendiciones estaban empacando a la Tierra. Finalmente, en
la esquina más lejana de los talleres, el alma se detuvo en la última sección. Para
su sorpresa, sólo un ángel permanecía en ella, ocioso, haciendo muy poca cosa. -¡Ésta
es la sección de agradecimiento! -dijo San Pedro al alma. -¿Cómo es que hay tan
poco trabajo aquí? -preguntó el alma. -¡Esto es lo peor! -contestó San Pedro-.
Después que las personas reciben las bendiciones que pidieron, muy pocas envían
su agradecimiento. -¿Cómo uno agradece a las bendiciones de Dios? -Simple
-contestó San Pedro-, sólo tienes que decir: "GRACIAS DIOS..."