Blaise Pascal decía que: “El corazón tiene razones que la razón no
puede comprender”. Tengo un primo que es ministro bautista. En el transcurso de
nuestra niñez, sólo nos veíamos un par de veces al año. Ahora, nos vemos menos aún.
Hace algunos años, luego de mucho tiempo sin vernos, de pronto empecé a pensar
en él y en su familia. Simplemente no podía quitármelos de la mente. Y por
alguna razón, me sentía obligada a enviarle un cheque por $100. Lo pensé
durante varios días e hice varios viajes inconclusos a la oficina de correos. Finalmente
lo envié con una carta diciendo que esperaba no haberlo ofendido, pero que
creía que el Señor quería que hiciera eso. Un par de semanas después recibí
contestación. Mi primo me decía que nunca dejaba de asombrarle cómo obraba Dios
en su vida. Y ahora Dios le había mostrado nuevamente, a través de nosotros,
que siempre nos ayudaría en la necesidad. Mi primo dijo que lo único que le
preocupaba era que había enviado demasiado dinero. Todo lo que necesitaba era
$97.56. (Lalia Winsett)