De Judas Iscariote aprendí que te puede traicionar hasta quien te
da un beso y que no debo temer al enemigo que me ataca sino al falso amigo que
me abraza. ¿Sabes que es lo más triste de una traición? Que nunca viene de un
enemigo. Dalí decía que: “Las personas inteligentes que están contra mí son muy
estimables. Lo peor, lo terrible, son las personas tontas que me defienden”. ¡Y
yo que pensaba que Judas estaba muerto! Si Judas estaba entre 12 amigos… Imagínate
tú que tienes más de 1000 en el Facebook. Cohelo dice que: El enemigo no es
aquel que tienes delante con la espada en la mano, es el que está a tu lado con
el puñal en la espalda. ¡Dichoso Jesús que siempre supo quién era Judas! Sin
embargo, ¿Sabías que puedes aprender a sentarte en la misma mesa que Judas sin que te robe la paz? Primero
que nada ¡Ten cuidado en quien confías! Porque Judas antes de ser traidor fue discípulo.
Más de una mano que aprietas deja un sabor a Iscariote. En segundo lugar, según
Roberto Fontanarrosa: “Judas no quiso traicionar, debía irse temprano” para que
también lo tomes en cuenta y en tercer lugar con los Judas no se pelea, ellos
se ahorcan solos con tal angustia que mueren con un nudo en la garganta. No
olvides que, incluso, la gente que te
traiciona es parte del plan. Jesús no hubiera llegado a la cruz sin la traición
de Judas.
