miércoles, 24 de mayo de 2017

En la mesa con Judas


De Judas Iscariote aprendí que te puede traicionar hasta quien te da un beso y que no debo temer al enemigo que me ataca sino al falso amigo que me abraza. ¿Sabes que es lo más triste de una traición? Que nunca viene de un enemigo. Dalí decía que: “Las personas inteligentes que están contra mí son muy estimables. Lo peor, lo terrible, son las personas tontas que me defienden”. ¡Y yo que pensaba que Judas estaba muerto! Si Judas estaba entre 12 amigos… Imagínate tú que tienes más de 1000 en el Facebook. Cohelo dice que: El enemigo no es aquel que tienes delante con la espada en la mano, es el que está a tu lado con el puñal en la espalda. ¡Dichoso Jesús que siempre supo quién era Judas! Sin embargo, ¿Sabías que puedes aprender a sentarte en la  misma mesa que Judas sin que te robe la paz? Primero que nada ¡Ten cuidado en quien confías! Porque Judas antes de ser traidor fue discípulo. Más de una mano que aprietas deja un sabor a Iscariote. En segundo lugar, según Roberto Fontanarrosa: “Judas no quiso traicionar, debía irse temprano” para que también lo tomes en cuenta y en tercer lugar con los Judas no se pelea, ellos se ahorcan solos con tal angustia que mueren con un nudo en la garganta. No olvides que, incluso,  la gente que te traiciona es parte del plan. Jesús no hubiera llegado a la cruz sin la traición de Judas.