Iba al aeropuerto, cuando se acercó un taxi limpio y brillante. El
chofer iba bien vestido con camisa blanca, corbata y pantalones bien
planchados. El taxista salió y me abrió la puerta y me dijo: “Yo soy Willy, su
chofer. Mientras guardo su maleta me gustaría que lea en este cartón cual es mi
Misión. Leí la tarjeta: 《Misión de Willy, llevar a mis clientes
a su destino final de la manera rápida, segura y económica brindándole un
ambiente amigable》Quedé impactado. El interior del taxi
estaba igual de limpio. Willy me dijo, “¿Le gustaría un café? Tengo unos termos
con café.” Bromeando le dije: “No, prefiero un refresco” “No hay problema tengo
un hielera con refresco regular y dietética, agua y jugo”. También me dijo “Si
desea algo para leer, tengo el periódico de hoy y revistas. “Al comenzar el viaje, Willy me preguntó:
“¿Le gustaría seleccionar una emisora de radio? ¿La temperatura del aire está
bien? Luego me avisó cual sería la mejor ruta a su destino. Le pregunte: “¿Siempre
has atendido a tus clientes así?” “Solamente los dos últimos años porque mis
primeros años los gasté la mayor parte del tiempo quejándome igual que el resto
de los taxistas, hasta que un día leí un libro que decía: “No seas un pato. Sé
un águila. Los patos solo hacen ruido y se quejan, las águilas se elevan por
encima del grupo”. “Yo estaba todo el tiempo haciendo ruido y quejándome,
entonces decidí cambiar mi actitud y ser un águila. Decidí hacer unos cambios y
cuando mis clientes respondieron bien, hice más cambios. ¡Mis ingresos se
cuadruplicaron!”. Willy era fenomenal hacia el servicio de una limusina en un
taxi normal. Y tu… ¿Haces ruido o marcas la diferencia? “Los que confían en el
Señor renovarán sus fuerzas y volaran como las águilas…” (Isaías 40: 31).