viernes, 4 de agosto de 2017

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Iba al aeropuerto, cuando se acercó un taxi limpio y brillante. El chofer iba bien vestido con camisa blanca, corbata y pantalones bien planchados. El taxista salió y me abrió la puerta y me dijo: “Yo soy Willy, su chofer. Mientras guardo su maleta me gustaría que lea en este cartón cual es mi Misión. Leí la tarjeta: Misión de Willy, llevar a mis clientes a su destino final de la manera rápida, segura y económica brindándole un ambiente amigableQuedé impactado. El interior del taxi estaba igual de limpio. Willy me dijo, “¿Le gustaría un café? Tengo unos termos con café.” Bromeando le dije: “No, prefiero un refresco” “No hay problema tengo un hielera con refresco regular y dietética, agua y jugo”. También me dijo “Si desea algo para leer, tengo el periódico de hoy y revistas. Al comenzar el viaje, Willy me preguntó: “¿Le gustaría seleccionar una emisora de radio? ¿La temperatura del aire está bien? Luego me avisó cual sería la mejor ruta a su destino. Le pregunte: “¿Siempre has atendido a tus clientes así?” “Solamente los dos últimos años porque mis primeros años los gasté la mayor parte del tiempo quejándome igual que el resto de los taxistas, hasta que un día leí un libro que decía: “No seas un pato. Sé un águila. Los patos solo hacen ruido y se quejan, las águilas se elevan por encima del grupo”. “Yo estaba todo el tiempo haciendo ruido y quejándome, entonces decidí cambiar mi actitud y ser un águila. Decidí hacer unos cambios y cuando mis clientes respondieron bien, hice más cambios. ¡Mis ingresos se cuadruplicaron!”. Willy era fenomenal hacia el servicio de una limusina en un taxi normal. Y tu… ¿Haces ruido o marcas la diferencia? “Los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas y volaran como las águilas…” (Isaías 40: 31).