Un águila no pelea contra una serpiente en la tierra. La atrapa y
la sube a los aires y la deja caer. Una serpiente no tiene aguante, poder o
balance en el aire. En el aire es vulnerable, inútil y débil a diferencia de cuando
está en la tierra que es peligrosa y poderosa. No luches tus batallas con
herramientas humanas. Ni caigas en la trampa de bajar de nivel. Remóntate a las
alturas en las alas del Espíritu y deja que Dios pelee tus batallas. “Porque
las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas” Corintios 10: 4