viernes, 18 de agosto de 2017

Manitas


Gracias, Señor, por esas manitas sucias que tocan mi estufa y mi nevera; por aquellos deditos pegajosos que construyen puentes con quimeras.
Por esas manitas torpes que tantean en busca de cosas nuevas; por las que sostenemos y nos llevan como lo hacen las madres con frecuencia.
Por las manitas preciosas, que se extienden y en las que abunda una fe inmensa; por las manitas graciosas que pretenden hallar en la frente de una madre la recompensa.
Y gracias por llevarme de tu mano, por conducirme hasta la claridad; por levantarme cuando caigo y por mostrarme el camino hacia la verdad.
Mientras haya manitas por mí buscadas, para mostrarles a dónde deben ir, me sentiré tranquila, segura y bien amada, igual que cuando te busco y te encuentro a ti. (Judith Pátsch)