martes, 15 de agosto de 2017

Nace un niño, nace una abuela


Hay algo que decir acerca de dejar una parte de sí en la forma de un hijo. Veintisiete años atrás contemplé por primera vez a mi hija, cuando la colocaron sobre mi vientre, con el cordón umbilical aún en mi cuerpo. Me miró y sus pequeños ojos parecían infinitos. Presencié un pedazo de mí tendido allí y, sin embargo, era tan extraña y maravillosamente única. Hoy estoy a su lado, secando el sudor de su rostro y recordándole que debe concentrarse en los movimientos de parto de su propio cuerpo, en lugar de concentrarse en el dolor y el temor. Siempre la ha aterrorizado el dolor. No obstante, ha rechazado todas las drogas... y está dispuesta a poner en práctica su determinación de dar a luz a su bebé como lo quiere la naturaleza, como lo hizo la serie interminable de sus antepasadas. Siglos de pujar, prepararse, suspirar... y luego, la hija de mi hija es colocada sobre el pecho de su madre y mira a su madre a los ojos. El Gran Misterio me bendice de nuevo, me permite ver a mi nieta, aquella parte de mí que entrará al futuro y moldeará a su vez a su propia hija, mi bisnieta.