¿Sabías por qué las personas ciegas prefieren que los guie un
perro? Porque es difícil encontrar personas en las que confiar. No culpes a los
demás por tus decepciones cuando has sido tú el que los has colocado en lo más
alto del pedestal. Tampoco confíes en una persona que siempre culpa a los demás
de las cosas malas que suceden en su vida. Ese tipo de gente fortalece su ego
culpando a otros por lo que les pasa o por lo que sienten. Han olvidado que,
ellos mismos se han formado montañas de problemas con puñados de arena, que no
son otra cosa que sus malas decisiones. Nunca olvides que el Diablo antes de
ser diablo fue ángel, y Judas antes de ser un traidor fue discípulo de Jesús, así
que ¡Ten cuidado en quien confías! Muchos se creen víctimas de un contexto poco
favorable cuando el problema real (y con él su solución) se encuentra dentro de
ellos mismos. “Madurez, decía Anthony De Mello, es lo que alcanzo cuando ya no
tengo necesidad de juzgar ni culpar a nada ni a nadie de lo que me sucede”. Mientras
más nos detenemos en nuestras desgracias, mayor es su poder para hacernos daño.
El presente tiene sus desafíos, sea malo o sea bueno. No podemos culpar ni
agradecer al pasado por lo que está ocurriendo ahora. La mitad de la belleza
depende del paisaje; y la otra mitad de la persona que la mira.