lunes, 31 de julio de 2017
¿Te avergûenzas de tu padre?
Un joven llevó a su padre a un restaurante para disfrutar de una
deliciosa cena. Su padre ya era bastante anciano, y por lo tanto, un poco débil
también. Mientras comía, un poco de los alimentos caía de cuando en cuando
sobre su camisa y su pantalón. Los demás comensales observaban al anciano con
sus rostros distorsionados por el disgusto, pero su hijo permanecía en total
calma. Una vez que ambos terminaron de comer, el hijo, sin mostrarse ni
remotamente avergonzado, ayudó con absoluta tranquilidad a su padre y lo llevó
al sanitario. Limpió las sobras de comida de su arrugado rostro, e intentó
lavar las manchas de comida de su ropa; amorosamente peinó su cabello gris y
finalmente le acomodó los anteojos. Al salir del sanitario, un profundo
silencio reinaba en el restaurante. Nadie podía entender cómo es que alguien
podía hacer el ridículo de tal manera. El hijo se dispuso a pagar la cuenta,
pero antes de partir, un hombre, también de avanzada edad, se levantó de entre
los comensales, y le preguntó al hijo del anciano: “¿No te parece que has
dejado algo aquí?” El joven respondió: “No señor, no he dejado nada”. Entonces
el extraño le dijo: “¡Sí has dejado algo! ¡Haz dejado aquí una lección para
cada hijo, y una esperanza para cada padre!”. El restaurante entero estaba tan
silencioso, que se podía escuchar cae un alfiler…
Gracias madre
A pocas horas en su celda, esperando ser ejecutado, un hombre pidió
como último deseo papel y lápiz. Luego de escribir por varios minutos, le dijo
a su custodio por favor, entregue esta carta a mi madre!! La carta decía así:
Madre, creo que si hubiera más justicia en este mundo, tanto tú como yo deberíamos
de ser ejecutados. ¡Tú eres tan culpable como yo de mi miserable vida! ¿Te
acuerdas madre, cuando llevé a la casa aquella bicicleta que le quité a otro
niño igual que yo? Me ayudaste a esconderla para que mi padre no se enterara. ¿Te
acuerdas madre, cuando me robé el dinero de la cartera de la vecina? Fuiste
conmigo al centro comercial y lo gastamos juntos. ¿Te acuerdas madre, cuando
botaste a mi padre de la casa? Él sólo quiso corregirme por haberme robado el
examen final de mi grado y a consecuencia me expulsaron. Madre, yo era sólo un
niño, luego fui adolescente y ahora ¡Un hombre mal formado! Era sólo un niño
inocente que necesitaba corrección, y no consentimiento. Te perdono, y sólo te
pido que le hagas llegar esta reflexión a todos los padres del mundo, que sepan
que ellos son los únicos responsables de formar, a un hombre decente, o a un
vulgar delincuente. Gracias madre por darme la vida y gracias también por
ayudarme a perderla. Firma ¡Tu hijo, El Delincuente! Proverbios 29:15 dice que:
“Con la vara y la corrección se aprende; disciplinar a un niño produce
sabiduría, pero un hijo sin disciplina, malcriado, consentido y dejado por su
cuenta avergonzará a su madre”.
El vestido blanco
Una joven cristiana le pidió a su papá que la llevara a una fiesta
mundana. El padre que también era cristiano, se negó. Pero ante la insistencia
de su hija que la llevara, que no iba a bailar ni a beber, sólo iba a ver,
aquel hombre accedió. En el camino al centro de fiestas, el padre le dijo a su
hija, que llevaba un hermoso vestido blanco: Pasemos antes a la mina donde
trabajo. Necesito recoger algo.¨ Pero papá replicó la muchacha, me voy a
ensuciar mi vestido blanco¨. ¨¡No! contestó su padre, sólo vas a ver, no toques
nada. Entraron a la mina, y al salir, el vestido blanco, hermoso de aquella
señorita, estaba sucio, manchado por el polvo del carbón en la mina. ¨Papá, mi
vestido está sucio lleno de carbón, pero si no toqué nada¨, exclamó angustiada
la joven.¨ Así, igual, le dijo el papá, en la fiesta del mundo te vas a
ensuciar tu testimonio, tu vida cristiana, por el ambiente de pecado, aunque
sólo estés viendo. 1 Juan 2: 15 - 17 dice: “No amen a este mundo ni las cosas
que les ofrece, porque cuando aman al mundo no tienen el amor del Padre en
ustedes. Pues el mundo solo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un
deseo insaciable por todo lo que vemos, y el orgullo de nuestros logros y
posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo; y este
mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto desea; pero el que hace lo
que a Dios le agrada vivirá para siempre”.
Hijos ajenos
¡Que sorpresa tan agradable! ¿A ti también te gustaría opinar
sobre lo mal que estoy educando a mis hijos? ¿Qué sabes tú acerca de cuál es el
mejor modo de educarlos, si no son tuyos? Si estas decidida a criticar a mis
hijos, deberías esperar a que los tuyos tengan al menos noventa años. De otra
forma, te expones a la posibilidad de terminar tragándote tus propias palabras.
¡Si te enfocas en juzgar mi vida es porque quizá no te sientas satisfecho con
la tuya! Usualmente el que se la pasa criticando “sabe” como vivir la vida de
otros menos la propia y quien critica los defectos de los demás lo hace para
ocultar los suyos propios. Decía
Christopher Shaw que: “La crítica tiene que ver más con lo que hay en el corazón
del que habla, que con la realidad del criticado”. Para criticar y opinar de mi
vida tendrías que vivirla y no puedes. Si quieres opinar sobre cómo podría hacer
mejor mi labor de madre, ponte en la cola. Alguien dijo que: “Todos somos
excelentes padres de los hijos ajenos”. Estoy harta de escuchar frases como: “Es
que si fuera mío”, “Madre alcahueta. Se salvó que no es mío…”, “Yo ya lo
hubiera resuelto”, “No sabe controlar a sus hijos”. ¡Claro que aprecio los
consejos! Pero entiende que cada niño, hogar y situación es diferente. ¡Ser padres
no es una tarea sencilla! Todas las familias tienen sus propias luchas y sus
propios retos. Una crianza respetuosa debería empezar con tu ejemplo. Y antes
de juzgarme, ofréceme tu ayuda o al menos, una palabra amable. Y ahora me
disculpas que no me ponga a barrer tu casa… es que tengo que barrer mucho en la
mía.
La experiencia agradable de ayudar
Jesús dijo: “Había cierto hombre rico que tenía un administrador
que manejaba sus negocios. Un día llegó la noticia de que el administrador
estaba malgastando el dinero de su patrón. Entonces el patrón lo llamó y le
dijo: “¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Prepara un informe final porque voy
a despedirte”. El administrador pensó: “¿Y ahora qué haré? Mi jefe me ha
despedido. No tengo fuerzas para cavar zanjas y soy demasiado orgulloso para
mendigar. Ah, ya sé cómo asegurarme de
que tendré muchos amigos que me recibirán en sus casas cuando mi patrón me
despida”. »Entonces invitó a todo el que le debía dinero a su patrón para
conversar sobre la situación. Le preguntó al primero: “¿Cuánto debes a mi
patrón?” El hombre contestó: “Le debo tres mil litros de aceite de oliva”.
Entonces el administrador le dijo: “Toma la factura y cámbiala a mil quinientos
litros”. Le preguntó al siguiente: “¿Cuánto le debes tú?” “Le debo mil medidas
de trigo”, respondió. “Toma la factura y cámbiala a ochocientas medidas”, le
dijo. El hombre rico tuvo que admirar a este pícaro deshonesto por su astucia… Aquí
está la lección: usen sus recursos mundanos para beneficiar a otros y para
hacer amigos. Entonces, cuando se les acabe ese dinero, Dios los recibirá en el
cielo.” Andamos por el camino de la sabiduría cuando usamos las oportunidades
financieras, no para ganar el cielo, sino para que ese cielo ("moradas
eternas") sea una experiencia agradable en quienes ayudamos. Si usamos
nuestros recursos para ayudar a los necesitados o ayudamos a otros a encontrar
a Cristo, nuestra inversión nos brindará beneficios en la eternidad.
Prudencia
Séneca dijo en una ocasión: “El que es prudente es moderado; el
que es moderado es constante, el que es constante es imperturbable; el que es
imperturbable vive sin tristeza, el que vive sin tristeza es feliz; luego el
prudente es feliz”. Una persona prudente actúa de forma justa y con cautela,
respetando los sentimientos, la vida y las libertades de los demás. El que es
imprudente critica a su amigo; el que piensa lo que dice sabe cuándo guardar
silencio. “El sabio no dice todo lo que piensa, decía Aristóteles, pero siempre
piensa todo lo que dice”. La prudencia es esa compañera que debe ir con
nosotros para medir nuestros pensamientos y para darle crecimiento a nuestro
ser interior ¡Es el más excelso de todos los bienes! Cuando la prudencia llega
lo inoportuno se va. El silencio se queda con gusto y la mente decide si las
palabras entrarán o no en escena. Salomón decía que: “El sabio de corazón habla
con prudencia, y a sus labios añade sabiduría”. El que sabe, suele hablar poco;
el que habla mucho, suele saber poco. El que profundiza, suele hablar con
prudencia. La precipitación se combate con la deliberación y el consejo de ahí que
la prudencia nos ayuda a considerar los efectos que pueden producir nuestras
palabras y acciones. Por tanto, si vas a ser sincero, se también prudente,
porque la sinceridad sin la prudencia puede destruir en vez de edificar,
ofender en vez de animar, separar en vez de unir y hasta romper lo que debería
permanecer siempre unido.
Sed insaciable
Hace años, el famoso comentarista Paul Harvey, describió cómo el
Eskimal (Eskimó) mata al lobo. Primero cubre su cuchillo con la sangre de un
animal y luego deja que se congele. Luego añade otra capa de sangre y deja que
también se congele. Repite el proceso una y otra vez hasta que el cuchillo está
totalmente cubierto con sangre congelada. El cazador ártico entonces toma el
cuchillo y lo coloca en la tierra con la hoja extendida para arriba. Sin
sospechar cosa alguna, el lobo huele la sangre y empieza a lamer la sangre
congelada. Entre más lame el lobo la sangre, más vigorosamente crece su apetito
para la sangre. Sin saber lo que está haciendo el lobo empieza a cortar su
propia lengua. El lobo entonces empieza a saciar su sed por sangre con su
propia sangre. Su deseo perpetuo no se satisface hasta estar completamente
muerto. Romanos 6: 23 dice: “Quien sólo vive para pecar, recibirá como castigo
la muerte. Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que
Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor.” Usted tiene
la libertad de escoger entre dos amos, pero no está en condiciones de regular
las consecuencias de su elección. Cada uno de estos amos paga con su moneda. ¿Cuál
es su elección?
domingo, 30 de julio de 2017
Una oveja perdida
Jesús dijo: "Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas
y pierde una de ellas. Deja solas a las otras noventa y nueve para ir a buscar
a la que se le ha perdido hasta encontrarla, ¿verdad? Cuando la encuentra, con
gozo la pone sobre sus hombros, y al llegar a casa, llama a todos sus amigos y
vecinos diciéndoles: '¡Alégrense conmigo porque encontré la oveja que se me
había perdido!' Les digo que de la misma manera, habrá más alegría en el cielo
por un pecador que cambia su vida que por noventa y nueve personas buenas que
no necesitan hacerlo. "Supongan que una mujer tiene diez monedas y pierde
una de ellas. ¿Qué hace entonces? Toma una lámpara, limpia toda la casa y busca
por todas partes hasta encontrarla, ¿verdad? Cuando la encuentra, llama a sus
amigos y vecinos, y les dice: '¡Alégrense conmigo porque encontré la moneda que
se me había perdido!' Les digo que así también se alegran los ángeles de Dios
cuando un pecador cambia su corazón". Parece absurdo que el pastor deje
las noventa y nueve ovejas para buscar una sola. Pero sabía que las noventa y
nueve estaban seguras en el redil, mientras que la perdida estaba en peligro.
Debido a que cada oveja tiene un alto precio, el pastor sabe que vale la pena
buscar la perdida con diligencia. El amor de Dios por cada persona es tan
grande que busca la seguridad de cada una y se regocija cuando la
"encuentra". ¿Qué cosas le mantienen alejado de la gente necesitada de
Cristo?
Dios nunca se equivoca
Un rey que no creía en la bondad de DIOS. Tenía un siervo que en
todas las situaciones le decía: Mi rey, no desanime porque todo lo que Dios
hace es perfecto ¡Él no se equivoca! Un día ellos salieron para cazar y una
fiera atacó al rey. Su siervo consiguió matar al animal, mas no pudo evitar que
el rey perdiese un dedo de la mano. Furioso y sin mostrar gratitud por haber
sido salvado, el Rey dijo: ¿Dios es bueno? Si Él fuese bueno yo no habría sido
atacado y perdido mi dedo. El siervo apenas respondió: Mi Rey, a pesar de todas
esas cosas, sólo puedo decirle que Dios es bueno; y él sabe el porqué de todas
las cosas. Lo que Dios hace es perfecto. ¡Él nunca se equivoca! Indignado con
la respuesta, el rey mandó a apresar a su siervo. Tiempos después, salió para
otra cacería y fue capturado por salvajes que hacían sacrificios humanos. En el
altar, listos para sacrificar al rey, los salvajes percibieron que la víctima
no tenía uno de los dedos y lo soltaron: él no era perfecto para ser ofrecido a
los dioses. Al volver para el palacio, mandó a soltar a su siervo y lo recibió
muy afectuosamente. Mi siervo ¡Dios fue realmente bueno conmigo! Escapé de ser
sacrificado por los salvajes, ¡justamente por no tener un dedo! Mas tengo una
duda: Si Dios es tan bueno, ¿por qué permitió que tú, que tanto lo defiendes,
fueses preso? Mi rey, si yo hubiese ido con usted en esa cacería, habría sido
sacrificado en su lugar, pues no me falta ningún dedo. Por eso, recuerde: todo
lo que Dios hace es perfecto ¡Él nunca se equivoca! Muchas veces nos quejamos
de la vida y de las cosas aparentemente malas que nos pasan, olvidándonos que
nada es por casualidad y que todo tiene un propósito. 2 Samuel 22: 31 dice que “El
camino de Dios es perfecto. Todas las promesas del Señor demuestran ser
verdaderas. Él es escudo para todos los que buscan su protección.”
sábado, 29 de julio de 2017
Los tres sobres
La gente dice que hay dos formas de aprender: Por la experiencia,
la cual se obtiene de los errores cometidos; y por la sabiduría, la cual se
obtiene de los errores de otros. Recomiendo que hasta donde sea posible, se
aprenda de los errores de otros. Aprender de los fracasos es siempre más fácil
con la ayuda de un buen consejero. Es importante buscar consejo de la persona
correcta. Oí la historia de un servidor público recién nombrado que estaba
instalándose en su nueva oficina. Al sentarse ante su escritorio por primera
vez, descubrió que su predecesor le había dejado tres sobres con instrucciones
que deberían abrirse únicamente en tiempos de angustia. No habían pasado muchos
días antes que el hombre entrara en conflicto con la prensa, así es que decidió
abrir el primer sobre. La nota decía: «Échele la culpa a su predecesor». Y eso
fue lo que hizo. Durante un tiempo todo anduvo bien. Pero unos pocos meses más
tarde, de nuevo estaba en problemas, así es que procedió a abrir el segundo
sobre. La nota decía: «Reorganícese». Y eso fue lo que hizo. Eso le permitió
disponer de más tiempo. Pero debido a que en realidad nunca había resuelto
ninguno de los asuntos que estaban complicándole la vida, volvió a tener
problemas, y esta vez, peores que nunca. De modo que, desesperado, abrió el
último sobre. La nota adentro decía: «Vaya preparando tres sobres». Pida
consejos, pero asegúrese que sea de alguien que haya aprendido a manejar sus
fracasos en forma exitosa.
La fiesta de bodas
Jesús dijo: “El reino de Dios se parece a un rey que hizo una
fiesta para celebrar la boda de su hijo. El rey envió a sus sirvientes para que
llamaran a los invitados a la fiesta. Pero los invitados no quisieron ir. Entonces
el rey envió a otros sirvientes con este mensaje: “La comida ya está lista. He
mandado preparar la carne de mis mejores terneros. ¡Vengan a la fiesta!”. Pero
los invitados no hicieron caso, y cada uno se fue a hacer otras cosas. Uno fue
a ver sus terrenos, otro fue a atender su negocio, y los otros agarraron a los sirvientes del rey
y los mataron a golpes. El rey se enojó mucho, y envió a sus soldados para que
mataran a esos invitados y quemaran la ciudad donde vivían. Luego, el rey dijo
a sus sirvientes: “La fiesta de bodas está lista, y aquellos invitados no
merecían venir. Vayan por las calles, e inviten a todos los que encuentren para
que vengan a la fiesta de la boda.” Los sirvientes fueron a las calles de la
ciudad e invitaron a muchas personas, unas malas y otras buenas; y así el salón
de la fiesta se llenó de invitados. Cuando el rey entró al salón para conocer a
los invitados, vio a uno que no estaba bien vestido para la fiesta, y le dijo:
“¡Oye, tú! ¿Cómo hiciste para entrar, si no estás vestido para la fiesta?”
»Pero él no contestó nada. Entonces el rey les ordenó a sus sirvientes: “Átenlo
de pies y manos, y échenlo afuera, a la oscuridad; allí la gente llora y
rechina de terror los dientes.” Esto pasa porque son muchos los invitados a
participar en el reino de Dios, pero son muy pocos aquellos a los que Dios
acepta”. Dios quiere que nos unamos a Él en su banquete, que durará por la
eternidad. Por eso nos envía invitación tras invitación. ¿La aceptó? Era
costumbre que los invitados a una boda recibían una vestimenta especial. Sería
un insulto al anfitrión rechazar esta vestimenta y daría por sentado que el
invitado no quería participar en la celebración. Jesús está hablando aquí de la
vestimenta de justicia que cada persona debe decidir usar a fin de poder entrar
al banquete de la vida eterna.
Una mujer de armas tomar
Ester es la última mujer del Antiguo Testamento de la cual
conocemos bastante para hacer un perfil de la misma. Encontramos en su carácter
y conducta puntos dignos de elogio, pero también otros que lo son menos.
Digamos en primer lugar que, como dice el versículo, era muy hermosa. Tenía que
serlo, pues el rey Asuero había ordenado que su imperio fuera rebuscado para
encontrar las mujeres más hermosas, y que éstas fueran traídas a Susa. Entre
tanta belleza Ester fue considerada superior. Asuero se sintió cautivado por
ella y la eligió para sustituir a la reina arrinconada Vasti. Como cualidades
de carácter encontramos dos que son agradables. Primero es su afecto por
Mardoqueo, su padre adoptivo y segundo su decisión y valor al oponerse a Amán.
Hay muchas personas que cuando emergen de la oscuridad a posiciones de
autoridad y favor no se acuerdan más, o fingen no acordarse de las personas con
quienes se habían frecuentado antes, incluso de sus deudos y familiares. No
podemos decir esto de Ester. Su valor es indudable. Arriesgó su vida al
aparecer ante Asuero sin ser llamada: «Si perezco que perezca», resuena todavía
como una demostración de su valor. Sus acciones fueron decisivas, realizadas
con mucho tacto. ¡Era una persona de carácter!
viernes, 28 de julio de 2017
El càntico de la viña
»Mi amigo plantó una viña en un terreno muy fértil. Removió la
tierra, le quitó las piedras y plantó semillas de la mejor calidad. Puso una
torre en medio del terreno y construyó un lugar para hacer el vino. Mi amigo
esperaba uvas dulces, pero sólo cosechó uvas agrias. »Ahora, díganme ustedes, habitantes
de Jerusalén y de Judá, digan quién tiene la culpa, si ustedes o yo. ¿Qué no
hice por ustedes? Lo que tenía que hacer, lo hice. Yo esperaba que hicieran lo
bueno, pero sólo hicieron lo malo. »Pues bien, ustedes son mi viña, y ahora les
diré lo que pienso hacer: Dejaré de protegerlos para que los destruyan, derribaré
sus muros para que los pisoteen. Los dejaré abandonados, y pasarán hambre y
sed, y no los bendeciré. »Mi viña, mi plantación más querida, son ustedes,
pueblo de Israel; son ustedes, pueblo de Judá. Yo, el Dios todopoderoso, esperaba
de ustedes obediencia, pero sólo encuentro desobediencia; esperaba justicia, pero
sólo encuentro injusticia». (Isaías 5: 1 – 7) La lección de la
viña muestra que la nación escogida por Dios debía dar fruto para llevar a cabo
su obra, para defender la justicia. Produjo fruto, pero este fue ácido y malo. Jesús
dijo: "Por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7:20). No se trata de decir
lo que se es, sino del fruto. ¿Ha examinado últimamente “su propio fruto”? ¿Es
dulce o ácido?
El rico y el pobre
«En cierta ciudad había dos hombres. Uno de ellos era rico, y el
otro era pobre. El rico tenía muchas ovejas y muchas vacas; en cambio, el pobre
sólo tenía una ovejita. La había comprado, y él mismo la había criado y cuidado
como si fuera su propia hija. Tanto quería ese hombre a la ovejita que hasta le
daba de comer de su mismo plato, y la dejaba recostarse y dormir en su pecho. Y
así la ovejita fue creciendo junto con los hijos de ese hombre. Un día llegó un
visitante a la casa del rico, y el rico lo invitó a comer. Pero como no quería
matar ninguna de sus ovejas ni de sus vacas, le quitó al pobre su ovejita y la
mató para darle de comer a su visitante». Al oír esto, David se enojó muchísimo
contra el hombre rico y le dijo a Natán: — ¿Pero cómo pudo hacer eso? ¡Ese
hombre no tiene sentimientos! Te juro por Dios que ahora tendrá que pagarle al
pobre cuatro veces más de lo que vale la ovejita. Y además, ¡merece la muerte! Entonces
Natán le dijo: — ¡Pues tú, David, eres ese hombre! Y ahora el Dios de Israel
quiere que oigas esto: “Yo te hice rey de todo mi pueblo. Yo te cuidé para que
Saúl no te matara. Hasta te di su palacio y sus mujeres, y aun te habría dado
mucho más, si tú así lo hubieras querido. ¿Por qué te burlaste de mí, que soy
tu Dios? En realidad no fueron los amonitas quienes mataron a Urías; lo mataste
tú, ¡y lo hiciste para quedarte con su mujer! Por tanto, siempre habrá en tu
familia muertes violentas. Tus propios hijos te harán sufrir mucho. No vas a
morir, pero el hijo que tuviste con Betsabé, la mujer de Urías, morirá. (2
Samuel 12: 1–14).
Los àrboles eligen rey
En cierta ocasión los árboles salieron a buscar a alguien que
reinara sobre ellos. Le pidieron al olivo que fuera su rey, pero el olivo les
respondió: “Para ser rey de los árboles tendría que dejar de producir aceite,
el cual se usa para honrar a los dioses y a los hombres”. Le pidieron entonces
a la higuera que reinara sobre ellos, pero la higuera les respondió: “Para
reinar sobre los árboles tendría que dejar de dar higos dulces y sabrosos”. Luego
le pidieron a la planta de uvas que reinara sobre ellos, pero ella les
respondió: “Para reinar sobre los árboles tendría que dejar de producir vino,
el cual alegra a los dioses y a los hombres”. Entonces todos los árboles le
pidieron al pequeño arbusto que fuera su rey, pero el arbusto, que estaba lleno
de espinas, les respondió: “Si de veras quieren que sea yo su rey, vengan a
refugiarse bajo mi sombra. De lo contrario, aunque soy pequeño, de mí saldrá
fuego y consumirá a todos los grandes cedros del Líbano” (Jueces 9: 8 – 15). Una
persona productiva está demasiado ocupada haciendo el bien para perder tiempo
buscando figurar en puestos de poder. Por otro lado, una persona inútil está
contenta de recibir el honor, pero destruirá a la gente a la que gobierna.
Cinco monos
Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula y en el
centro de la misma una escalera con muchas bananas. Cuando uno de los monos
subía por la escalera para tomar una de las bananas, los científicos lanzaban
un chorro de agua fría sobre él hasta hacerle desistir en su intento. Luego de
algún tiempo de repetir esta operación, cuando un mono iba a subir la escalera,
los otros a la fuerza se lo impedían. Pasó el tiempo y ya ningún mono subía la
escalera, a pesar de la tentación que significaban las bananas. Fue entonces
cuando los científicos sustituyeron uno de los monos. La primera cosa que hizo
el nuevo simio fue subir por la escalera, pero rápidamente los otros monos se
lo impidieron por la fuerza. Después de algunas palizas, el nuevo integrante
del grupo ya no subió más la escalera. Un segundo mono fue sustituido y ocurrió
lo mismo. El primero de los sustitutos, incluso participó con entusiasmo de la
paliza que le dieron al novato para impedirle que subiera por la escalera. Un
tercero fue sustituido y se repitió el hecho. Finalmente, el último de los
monos veteranos fue sustituido, de manera que quedaron en la jaula cinco monos
que nunca habían recibido un chorro de agua fría para que desistieran de su
intento de alcanzar las bananas que estaban al final de la escalera, pero que,
de todas maneras, continuaban golpeando a cualquiera que intentara llegar a las
bananas. Estoy seguro que si fuese posible preguntarle a los monos por qué
atacaban a cualquiera que intentaba subir la escalera, la respuesta sería: No
sé, pero las cosas siempre se han hecho así en este lugar. ¿Te resulta
familiar? No pierdas la oportunidad de preguntarte: ¿Por qué hago lo que hago?
La anciana
La anciana campesina caminaba lentamente, cargando con dificultad
un atado de leña para alimentar una hoguera en la que cocinaba. Su rancho era
un pedazo de techo caído sobre una pared, formando un espacio triangular dentro
de éste. Un joven juez que en su tiempo libre paseaba por el campo, se encontró
con ella y conmovido por la edad y las condiciones en las que vivía la humilde
mujer, decidió buscar la manera de ayudarla. La señora hablaba en forma alegre
y determinada, le contó al juez que comía de lo que crecía en la granja, que
tenía algunas gallinas y una vaca que le producían lo indispensable. No había
tonos de queja ni de carencia en la conversación de la anciana, todo lo
contrario, sus palabras estaban plenas de gratitud y esperanza. Después de
haber conversado un buen rato, el juez le preguntó a la campesina: -Disculpe
señora, ¿hay alguna forma en la que la pueda ayudar? ¿Tal vez ropa, o
medicinas? Si en algo puedo colaborarle solo dígame y con gusto haré lo que
pueda. La anciana guardó silencio por un momento, y finalmente respondió: -Muchas
gracias, en realidad no necesito nada para mí, pero sí para el viejito. -¿El
viejito?-, preguntó el juez. -Sí -continuó la señora-, está muy enfermo, está
adentro en la casa, ya no se puede ni parar, tiene muchos dolores, me toca
hacerle todo porque el pobre no puede ni moverse. -¿Y qué tiene su esposo?-
replicó el juez, sorprendido. -No es mi esposo -respondió la anciana-, es un
viejito que encontré desamparado y ¿cómo lo iba a dejar solito? Por eso desde
hace como dos años que lo estoy cuidando. Nadie es tan pobre que no pueda dar,
nadie es tan rico que no necesite recibir.
jueves, 27 de julio de 2017
Una mujer sin conciencia y sin corazòn
Jezabel procedía de Sidón, una ciudad rica y próspera, dedicada al
comercio. Era una princesa, la hija del rey de Sidón y esposa de Acab, rey del
reino del norte de Judá. Acab era un hombre sin carácter, ni voluntad, por lo
que Jezabel decidió tomar las cosas bajo su mano. Sustituyó poco a poco el
culto de Jehová por el culto a Baal. Aparecieron templos a Baal por todas
partes, con sacerdotes vestidos en preciosos atuendos. Banquetes, festividades,
y el pueblo seguía ávidamente todos estos festejos. Entretanto, el culto de
Jehová quedó prácticamente suprimido y los profetas fueron asesinados. Jezabel
era una mujer sin conciencia y sin corazón. Su arrogancia y su sensualidad no
conocían límites; habían acallado la voz de su conciencia. Puso a muerte a
Nabot para apoderarse de su viña, con acusaciones falsas y cuando Acab fue
herido mortalmente por una flecha y Jehú se dirigió a Jezreel, Jezabel se posó
indiferente a la ventana (2 Reyes 9: 30) con aires seductores y Jehú ordenó que
la echaran ventana abajo. Jezabel se nos aparece como una mujer repulsiva. Todo
su refinamiento sólo le sirvió para comportarse de modo más brutal. Para
hundirse más en el pecado. Incluso el malvado Acab queda pálido ante la
perversidad de Jezabel. El eterno juicio será sobre ella peor que el que
recibió en la tierra: pisoteada por los caballos y comida por los perros.
Cuando intentaron sepultarla no hallaron de ella más que los huesos de la
calavera, los pies y las palmas de las manos.
Colegio El Carmen, Alajuela
Colegio El Carmen, Alajuela, Personal docente y administrativo, Conferencia "Comunicación Asertiva: Como expresarse con claridad y de la manera apropiada.
miércoles, 26 de julio de 2017
El sabio Ahmed
Un viejo árabe que vivía en los EE.UU., cerca del Pentágono desde
hacía 40 años, quería plantar papas en su jardín, pero arar la tierra ya era un
trabajo muy pesado para él. Su único hijo Ahmed, estaba estudiando en Francia y
el viejo decidió mandarle un mensaje por correo electrónico explicándole el
problema: Querido Ahmed: Me siento mal porque no voy a poder plantar mi jardín
con papas este año. Estoy muy viejo para trabajar la tierra. Si tú estuvieras
aquí, sé que darías vuelta la tierra por mí. Qué Alá esté contigo. Te quiere,
papá. Pocos días después recibió un correo electrónico de su hijo:
Querido papá, por lo que más quieras, no revuelvas la tierra de ese jardín, ahí
es donde tengo escondido aquello. Te quiere, Ahmed. A las pocas horas
aparecieron cientos de Policías local, agentes del FBI, de la CIA y
representantes del Pentágono para registrar el jardín en busca de materiales de
destrucción masiva, bombas, ántrax o lo que sea. Removieron toda la tierra del
jardín y como finalmente no encontraron nada y se fueron. Ese mismo día el
hombre recibió otro mail de su hijo: - Querido papá, seguramente ya podrás
plantar las papas. Es lo mejor que pude hacer desde aquí. Te quiere, tu hijo
Ahmed.
Suegra y nuera
Una joven llamada Lili se casó y se fue a vivir con su marido y su
suegra. Después de un tiempo, no se entendía con ella y Lili fue irritándose
con los hábitos de su suegra, por lo que los problemas fueron agravándose. Los
meses pasaron, y las discusiones, eran cada vez más fuertes. Al no soportarla,
Lili decidió tomar una decisión y visitar a un amigo de su padre. Después de
oírla, él tomó un paquete de hierbas y le dijo: –No deberás usarlas de una sola
vez para liberarte de tu suegra, porque ello causaría sospechas. Cada dos días
pondrás un poco de estas hierbas en su comida para envenenarla lentamente. Y para
tener certeza de que cuando ella muera nadie sospechará de ti, deberás tener
mucho cuidado y actuar de manera muy amigable. No discutas, ayúdala a resolver
sus problemas. ¡Debes seguir todas mis instrucciones al pie de la letra! Pasaron
las semanas y cada dos días, Lili servía una comida especialmente tratada a su
suegra. Siempre recordaba lo que el Sr. Huang le había recomendado sobre evitar
sospechas, y así controló su temperamento; obedecía a la suegra y la trataba
como si fuese su propia madre. Después de seis meses, la casa entera estaba
completamente cambiada. Lili había controlado su temperamento y casi nunca la
aborrecía. En esos meses, no había tenido ni una discusión con su suegra, que
ahora parecía mucho más amable y más fácil de lidiar con ella. Las actitudes de
la suegra también cambiaron y ambas pasaron a tratarse como madre e hija. Un
día Lili fue nuevamente en procura del Sr. Huang y le dijo: – Sr. Huang, por
favor ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi suegra, ella se ha transformado
en una mujer agradable y la amo como si fuese mi madre. No quiero que ella
muera por causa del veneno que le di. El Sr. Huang sonrió y le dijo: –Lili no
tienes por qué preocuparte. Tú suegra no ha cambiado, la que cambió fuiste tú.
Las hierbas que te di, eran vitaminas para mejorar su salud. El veneno estaba
en su mente, en su actitud, pero fue echado fuera y sustituido por el amor que
tu empezaste a darle.
Sabidurìa y diplomacia
Un emperador chino, fue avisado que en una de las provincias de su
imperio había una insurrección, dijo a los ministros de su gobierno y a los
jefes militares: «Vamos, síganme. Pronto destruiré a mis enemigos» Cuando el
emperador y sus tropas llegaron a donde estaban los rebeldes, el soberano trató
muy amablemente a éstos, quienes, por gratitud, se sometieron a él nuevamente. Todos
los que formaban el séquito del emperador pensaron que él ordenaría la
inmediata ejecución de aquellos que se había sublevado contra él; pero se
sorprendieron en gran manera al ver que este trataba con mucho cariño a quienes
se habían sublevado. Entonces, el primer ministro preguntó con enojo al
emperador: “¿De esta manera cumple vuestra Excelencia su promesa? Usted dijo,
que veníamos a destruir a sus enemigos y sin embargo, los ha perdonado a todos,
y a muchos hasta con cariño los ha tratado”. Entonces el emperador, con actitud
noble, dijo: «Les prometí destruir a mis enemigos; y todos ustedes ven que ya
nadie es mi enemigo ahora todos ellos son nuevamente mis amigos». Ante un caso
así, nuestra actitud es aplicar la ley del ojo por ojo… la venganza es lo
primero que nos viene a la mente para desquitarnos de aquellos que nos hicieron
daño y pagamos el mal, con mal. A quien nos levanta la voz le gritamos… si nos
ofendieron buscamos deshonrarlo… Pero algunos van mucho más allá y ven a esa
persona como un enemigo, que hay que destruir de cualquier forma. La mayor
parte de la gente está llena de odio, crispación, rechazo, envidia, desprecio, indiferencia.
«El amor, la mansedumbre, y el respeto, puede lograr muchos más resultados que
todo el armamento del mundo».
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