Dina fue una chica (Génesis 34) que cometió algo que llamaríamos
una “travesura”. Había sido educada en una casa que hoy llamaríamos cristiana.
Pero sentía curiosidad por ver cómo era el mundo, y quiso establecer contacto
con la sociedad. Las tiendas de Jacob, su padre, se hallaban cerca de Siquem. Un
día cuando sus hermanos estaban con el ganado dejó la tienda de su padre y se
fue a contemplar las chicas de la ciudad y quizás asociarse con ellas. Dina
sabía muy bien que se exponía a serios peligros, sin embargo entró en la
ciudad, y entabló conversación con algunos transeúntes incluido con el príncipe
de Siquem el cual la invitó al palacio y la violó. El príncipe se enamoró de la
joven y le pidió a su padre que se la diera por mujer. El deseo de Dina por las
cosas mundanas la había llevado a Siquem y allí había perdido su virginidad;
sabemos que se quedó en el palacio, y posiblemente habría persistido en servir
al mundo. Pero, no fue éste el curso que siguieron las cosas. Los hermanos de
la joven vengaron la deshonra, destruyendo la ciudad. El resultado fue tal que Jacob consideró que
"los moradores de la tierra lo tendrían por abominable", y tuvo que
huir de Betel. Dina no ha sido la única chica que ha hecho algo como lo que
hizo. Hoy también hay hijas que se cansan de residir en las tiendas del Señor.
Quieren ver un poco del mundo. Quieren asociarse con los demás, y hablar de
modo inteligente de lo que han visto. Aunque no es de esperar que el resultado
de este deseo sean también violaciones y asesinatos, ponen en peligro la
estabilidad del hogar, y esto puede implicar la muerte moral del alma y una
seria degradación de la iglesia del Señor.