En cierta ocasión los árboles salieron a buscar a alguien que
reinara sobre ellos. Le pidieron al olivo que fuera su rey, pero el olivo les
respondió: “Para ser rey de los árboles tendría que dejar de producir aceite,
el cual se usa para honrar a los dioses y a los hombres”. Le pidieron entonces
a la higuera que reinara sobre ellos, pero la higuera les respondió: “Para
reinar sobre los árboles tendría que dejar de dar higos dulces y sabrosos”. Luego
le pidieron a la planta de uvas que reinara sobre ellos, pero ella les
respondió: “Para reinar sobre los árboles tendría que dejar de producir vino,
el cual alegra a los dioses y a los hombres”. Entonces todos los árboles le
pidieron al pequeño arbusto que fuera su rey, pero el arbusto, que estaba lleno
de espinas, les respondió: “Si de veras quieren que sea yo su rey, vengan a
refugiarse bajo mi sombra. De lo contrario, aunque soy pequeño, de mí saldrá
fuego y consumirá a todos los grandes cedros del Líbano” (Jueces 9: 8 – 15). Una
persona productiva está demasiado ocupada haciendo el bien para perder tiempo
buscando figurar en puestos de poder. Por otro lado, una persona inútil está
contenta de recibir el honor, pero destruirá a la gente a la que gobierna.