lunes, 31 de julio de 2017

La experiencia agradable de ayudar


Jesús dijo: “Había cierto hombre rico que tenía un administrador que manejaba sus negocios. Un día llegó la noticia de que el administrador estaba malgastando el dinero de su patrón. Entonces el patrón lo llamó y le dijo: “¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Prepara un informe final porque voy a despedirte”. El administrador pensó: “¿Y ahora qué haré? Mi jefe me ha despedido. No tengo fuerzas para cavar zanjas y soy demasiado orgulloso para mendigar.  Ah, ya sé cómo asegurarme de que tendré muchos amigos que me recibirán en sus casas cuando mi patrón me despida”. »Entonces invitó a todo el que le debía dinero a su patrón para conversar sobre la situación. Le preguntó al primero: “¿Cuánto debes a mi patrón?” El hombre contestó: “Le debo tres mil litros de aceite de oliva”. Entonces el administrador le dijo: “Toma la factura y cámbiala a mil quinientos litros”. Le preguntó al siguiente: “¿Cuánto le debes tú?” “Le debo mil medidas de trigo”, respondió. “Toma la factura y cámbiala a ochocientas medidas”, le dijo. El hombre rico tuvo que admirar a este pícaro deshonesto por su astucia… Aquí está la lección: usen sus recursos mundanos para beneficiar a otros y para hacer amigos. Entonces, cuando se les acabe ese dinero, Dios los recibirá en el cielo.” Andamos por el camino de la sabiduría cuando usamos las oportunidades financieras, no para ganar el cielo, sino para que ese cielo ("moradas eternas") sea una experiencia agradable en quienes ayudamos. Si usamos nuestros recursos para ayudar a los necesitados o ayudamos a otros a encontrar a Cristo, nuestra inversión nos brindará beneficios en la eternidad.