¡Que sorpresa tan agradable! ¿A ti también te gustaría opinar
sobre lo mal que estoy educando a mis hijos? ¿Qué sabes tú acerca de cuál es el
mejor modo de educarlos, si no son tuyos? Si estas decidida a criticar a mis
hijos, deberías esperar a que los tuyos tengan al menos noventa años. De otra
forma, te expones a la posibilidad de terminar tragándote tus propias palabras.
¡Si te enfocas en juzgar mi vida es porque quizá no te sientas satisfecho con
la tuya! Usualmente el que se la pasa criticando “sabe” como vivir la vida de
otros menos la propia y quien critica los defectos de los demás lo hace para
ocultar los suyos propios. Decía
Christopher Shaw que: “La crítica tiene que ver más con lo que hay en el corazón
del que habla, que con la realidad del criticado”. Para criticar y opinar de mi
vida tendrías que vivirla y no puedes. Si quieres opinar sobre cómo podría hacer
mejor mi labor de madre, ponte en la cola. Alguien dijo que: “Todos somos
excelentes padres de los hijos ajenos”. Estoy harta de escuchar frases como: “Es
que si fuera mío”, “Madre alcahueta. Se salvó que no es mío…”, “Yo ya lo
hubiera resuelto”, “No sabe controlar a sus hijos”. ¡Claro que aprecio los
consejos! Pero entiende que cada niño, hogar y situación es diferente. ¡Ser padres
no es una tarea sencilla! Todas las familias tienen sus propias luchas y sus
propios retos. Una crianza respetuosa debería empezar con tu ejemplo. Y antes
de juzgarme, ofréceme tu ayuda o al menos, una palabra amable. Y ahora me
disculpas que no me ponga a barrer tu casa… es que tengo que barrer mucho en la
mía.