Ester es la última mujer del Antiguo Testamento de la cual
conocemos bastante para hacer un perfil de la misma. Encontramos en su carácter
y conducta puntos dignos de elogio, pero también otros que lo son menos.
Digamos en primer lugar que, como dice el versículo, era muy hermosa. Tenía que
serlo, pues el rey Asuero había ordenado que su imperio fuera rebuscado para
encontrar las mujeres más hermosas, y que éstas fueran traídas a Susa. Entre
tanta belleza Ester fue considerada superior. Asuero se sintió cautivado por
ella y la eligió para sustituir a la reina arrinconada Vasti. Como cualidades
de carácter encontramos dos que son agradables. Primero es su afecto por
Mardoqueo, su padre adoptivo y segundo su decisión y valor al oponerse a Amán.
Hay muchas personas que cuando emergen de la oscuridad a posiciones de
autoridad y favor no se acuerdan más, o fingen no acordarse de las personas con
quienes se habían frecuentado antes, incluso de sus deudos y familiares. No
podemos decir esto de Ester. Su valor es indudable. Arriesgó su vida al
aparecer ante Asuero sin ser llamada: «Si perezco que perezca», resuena todavía
como una demostración de su valor. Sus acciones fueron decisivas, realizadas
con mucho tacto. ¡Era una persona de carácter!