El grito que dio Raquel al morir fue "Benonni" (Génesis
35: 18) que significa "Hijo de mi dolor". El Señor se muestra
soberano e independiente al decidir hasta qué extensión cada mujer que pasa a
ser madre participa en la maldición del Paraíso: "En dolor darás a luz los
hijos." La intensidad del sufrimiento varía. Algunas, ante el gozo por el
hijo apenas consideran que han sufrido. Otras sufren terriblemente, y para
algunas significa la muerte. Raquel fue una de ellas ¡Una vida por otra! Nadie
puede decir lo intenso del dolor sufrido por Raquel en su agonía al dar a luz a
Benjamín, camino de Bethel a Belén. Probablemente, esperaba poder llegar a
Belén. Pero no fue posible. "Y hubo dificultad en el parto" nos dice
la Biblia. La partera le aseguró que el hijo llegaría, pero al nacer el hijo,
se le salió el alma. "Benonni", exclamó Raquel "hijo de mi
dolor". Raquel era una mujer femenina en alto grado. Jacob había sido
cautivado por ella. Probablemente, no vio mucho más en ella. Pero con esto le
bastaba. La amó desde el principio. Siete años de trabajo le parecieron días; y
cuando ocurrió el engaño y recibió a Lea, trabajó otros siete años. Raquel no
fue un modelo en algunos aspectos. Sabemos que se llevó imágenes con ella a
Canaán. Engañó a su padre. Estaba celosa de Lea. Cuando finalmente dio a luz a
José, y pudo ser madre, su orgullo maternal dominó su personalidad
completamente. Esto es notable. Todo el ser de Raquel estaba concentrado en el
deseo de ser madre. El Señor lo permitió y también permitió que al serlo por segunda
vez lo pagara con el precio de su propia vida.