Hace años, el famoso comentarista Paul Harvey, describió cómo el
Eskimal (Eskimó) mata al lobo. Primero cubre su cuchillo con la sangre de un
animal y luego deja que se congele. Luego añade otra capa de sangre y deja que
también se congele. Repite el proceso una y otra vez hasta que el cuchillo está
totalmente cubierto con sangre congelada. El cazador ártico entonces toma el
cuchillo y lo coloca en la tierra con la hoja extendida para arriba. Sin
sospechar cosa alguna, el lobo huele la sangre y empieza a lamer la sangre
congelada. Entre más lame el lobo la sangre, más vigorosamente crece su apetito
para la sangre. Sin saber lo que está haciendo el lobo empieza a cortar su
propia lengua. El lobo entonces empieza a saciar su sed por sangre con su
propia sangre. Su deseo perpetuo no se satisface hasta estar completamente
muerto. Romanos 6: 23 dice: “Quien sólo vive para pecar, recibirá como castigo
la muerte. Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que
Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor.” Usted tiene
la libertad de escoger entre dos amos, pero no está en condiciones de regular
las consecuencias de su elección. Cada uno de estos amos paga con su moneda. ¿Cuál
es su elección?