Jesús dijo: "Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas
y pierde una de ellas. Deja solas a las otras noventa y nueve para ir a buscar
a la que se le ha perdido hasta encontrarla, ¿verdad? Cuando la encuentra, con
gozo la pone sobre sus hombros, y al llegar a casa, llama a todos sus amigos y
vecinos diciéndoles: '¡Alégrense conmigo porque encontré la oveja que se me
había perdido!' Les digo que de la misma manera, habrá más alegría en el cielo
por un pecador que cambia su vida que por noventa y nueve personas buenas que
no necesitan hacerlo. "Supongan que una mujer tiene diez monedas y pierde
una de ellas. ¿Qué hace entonces? Toma una lámpara, limpia toda la casa y busca
por todas partes hasta encontrarla, ¿verdad? Cuando la encuentra, llama a sus
amigos y vecinos, y les dice: '¡Alégrense conmigo porque encontré la moneda que
se me había perdido!' Les digo que así también se alegran los ángeles de Dios
cuando un pecador cambia su corazón". Parece absurdo que el pastor deje
las noventa y nueve ovejas para buscar una sola. Pero sabía que las noventa y
nueve estaban seguras en el redil, mientras que la perdida estaba en peligro.
Debido a que cada oveja tiene un alto precio, el pastor sabe que vale la pena
buscar la perdida con diligencia. El amor de Dios por cada persona es tan
grande que busca la seguridad de cada una y se regocija cuando la
"encuentra". ¿Qué cosas le mantienen alejado de la gente necesitada de
Cristo?