lunes, 5 de marzo de 2018

Ella, mi deseo



Dicen que el deseo es un diablo que nunca duerme… Un par de tacones, un par de besos puede ser todo aquello que puede desear un hombre, pero ella es más que un deseo, ella es un pecado. Un pecado que cualquiera quisiera cometer, tan sencilla y provocativa, tan dulce y tentadora, tan tierna y peligrosa que con su mirada siento que toco el cielo, pero con su cuerpo me gustaría tocar el infierno. Si bien es cierto, peligrosa es la mujer que seduce con el cuerpo, es letal, aquella que es capaz de hacerlo con la mente. Aquella que sabe que no tienes puntos débiles ¡Son sus manos las expertas! Hay dos cosas que me perturban de ella, todo lo que veo y el resto que imagino cuando la deseo. Su belleza se halla iluminada por una luz que me lleva y convida a contemplar el alma que habita su cuerpo, siendo aquella tan bella como esta por lo cual es imposible no amarla. Ella es el divino arte que no imita, sino que se explica con símbolos. La más alta belleza de Dios en donde se manifiesta el amor y el deseo ¡El pensamiento más hermoso del Absoluto! Su pasión es reflejada por la unión del deseo, la amistad y la ternura, inflamada en ella y que me hace preferirla al resto de su sexo. Con solo mirarme me posee y se convierte en la única felicidad de mí ser. Quisiera en este instante recibir un mensaje suyo que diga: No hagas planes para la noche por favor, pásala conmigo, ya tengo todo planeado ¡La verdad es que hoy no es un mal día para pasar una buena noche!