Decía el senador Depew que:
“No hay conquista tan asequible para todos que, como el arte de hablar
medianamente bien, depare al hombre tanto porvenir y respeto”. Lo importante no
es, pues, como vayas a expresarte, sino la idea que expreses, suponiendo que
ella sea valiosa y les aporte, a otros, una ayuda significativa. Cuando un
hombre no tenga sus ideas en orden, cuantas más tenga, tanto mayor será su
confusión. De ahí que es importante observar algunas recomendaciones en el arte
de hablar como la expresada por el canónigo Little de Caterbury, que solía
decir que: “Ningún predicador podía comprender el verdadero significado de su
sermón sino después de haberlo predicado seis veces.” Otro orador histórico y
de gran impacto fue Martin Lutero el cual dijo: “Si quiero componer, o
escribir, o rezar, o predicar bien, tengo que estar indignado. Entonces toda la
sangre en mis venas se revuelve, y el entendimiento se me agudiza”. Por ultimo
le recomiendo expresar sus opiniones o pensamientos en el momento oportuno y de
la forma adecuada, sin necesidad de ofender ni desconsiderar las opiniones de
los demás y abriendo posibilidades de diálogo. ¡Cuide sus emociones! Si un tema
le irrita demasiado, cálmese primero antes de hablar y piense lo que va a decir
y como puede decirlo de un modo que sea asertivo.