Decía Robert Lee Frost que la mitad del mundo tiene algo que
decir, pero no puede; la otra mitad no tiene nada que decir, pero no calla. Hay
tantos tipos de silencio, que me atrevería a decir que callar es un idioma… Si
las personas conocieran el peso de las palabras, le darían más valor a su
silencio. “Callar es pensar que el mundo no es solamente de los que hablan,
callar es hablar con el alma”.
Callar las cualidades propias es humildad.
Callar las buenas obras del prójimo es envidia.
Callar para no herir la susceptibilidad es delicadeza.
Callar los defectos propios es prudencia.
Callar los defectos ajenos es caridad.
Callar las palabras inútiles es sabiduría.
Callar para escuchar es educación.
Callar a tiempo es discernimiento.
Callar junto al que sufre es solidaridad.
Callar cuando se ha de hablar es cobardía.
Callar ante el fuerte es sometimiento.
Callar ante el débil es magnanimidad.
Callar ante una injusticia es complicidad.
Callar en los momentos de dolor es virtud.
Callar ante la injuria es fortaleza.
Aprende a callar cuando debes callar, observa y escucha antes de
tomar cualquier decisión. “En las muchas palabras no falta el pecado; más el
que refrena sus labios es prudente”. Proverbios 10: 19