“El SEÑOR dice a la nación de Israel: -Vengan a buscarme y
vivirán.” Amos 5: 4. Sin importar la forma en la que Dios le advirtió al
pueblo, por medio del hambre, la sequía, las plagas, las langostas y la guerra,
todavía seguían ignorándolo. Como los israelitas se negaban a recibir el
mensaje de Dios, tendrían que vérselas con El cara a cara en el juicio. Ya no
pasarán más por alto a Dios; tendrían que enfrentarse al Único que rechazaron,
al que no quisieron obedecer cuando les ordenó que cuidaran a los pobres. Algún
día cada uno nos enfrentaremos a Dios cara a cara para rendir cuentas de lo que
hemos hecho o de lo que nos hemos negado a hacer. Se terminó el período de
advertencias. Dios mismo viene a zanjar este asunto. ¿Vendrá como amigo o como
enemigo? En nuestro estado actual, el pronóstico no es nada halagüeño. De ahí, que
Amós nos dice cómo conseguir la misericordia de Dios. Ninguno de nosotros puede
echarse a dormir tranquilamente en su cama sin asegurarse de contar con esta
misericordia la cual requiere que demos tres pasos: (1) Un contacto directo y
personal con Dios, (2) Arrepentimiento y (3) Pedírsela a Dios con humildad. El
asunto es serio. Nuestra nación y nuestras almas se encuentran bajo juicio:
“Buscadme y viviréis”.