Un hombre había pintado un lindo cuadro. Un día lo presentó en
público. Invitó a todo el mundo a verlo. Llegaron las autoridades locales,
fotógrafos, periodistas, en fin, una multitud. Por fin el pintor además de un
gran artista era famoso. Llegado el momento sacó el paño que tapaba el cuadro. Hubo
un caluroso aplauso. Era una impresionante figura de Jesús golpeando suavemente
la puerta de una casa. Jesús parecía vivo. Con un oído junto a la puerta, Él
parecía querer oír si de adentro alguien respondía. Hubo discursos, elogios… Todos
admiraban aquella obra de arte. Pero un curioso observador encontró una falla
en el cuadro… La puerta no tenía cerradura. Intrigado fue a preguntar al
artista. -Su puerta no tiene cerradura!! ¿Cómo hará para abrirla? -Es así.
Respondió el artista. Esta es la puerta del corazón humano, sólo se abre por el
lado de adentro. Muchas veces, Jesús está golpeando la puerta de nuestro
corazón. Y nos dice: “Estoy golpeando la puerta, si alguien oye mi voz y abre
la puerta, entraré en su casa, y con él estaré y él conmigo”. Se detiene un
poquito y presta atención… Nos corresponde a nosotros abrir la puerta para que
Nuestro Señor entre… Muchas veces JESÚS golpea a través de un gran
acontecimiento, por la muerte de un ser querido, por un accidente o por un
momento doloroso, por una enfermedad, por una pérdida económica ¡Por tantas
cosas que nos acontecen en la vida! Él se interesa por lo que te pasa y no se ha
olvidado de ti. Es entonces cuando está más
cerca, cuando todo te va mal que ÉL llama a tu puerta de tu corazón para
ayudarte.