martes, 4 de julio de 2017

El poder del compromiso


¡Comprometido! Sin vuelta atrás. Sin salida. El simple pensamiento produce escalofrío en la columna vertebral de muchos, cuyas vidas se desenvuelven en el compromiso. Ya sea en el matrimonio, con una hipoteca, ellos temen esa prisión final de la que no se puede volver atrás. Otros no hacen un compromiso con nada a menos que se vean absolutamente forzados a ello. Muchos cristianos conocen la Gran Comisión (Mateo 28: 19-20) y están de acuerdo teológicamente pero no se sienten guiados a una acción comprometida. Algunos creyentes hablan de visión, escuchan oradores y aún lloran ¡Pero no hacen nada! Sin la participación activa de cristianos comprometidos la iglesia del siglo XXI se relegará a un estancamiento en la historia. Sólo unos cuantos se comprometen a un cuerpo local de creyentes de una manera significativa. Muchos se sienten y se empapan de las cosas de Dios, pero no hacen nada más, y huyen a la primera señal de problemas o presión. No están dispuestos a trabajar o a dar... al contrario critican todo lo que está mal. Cuando criticamos a nuestra iglesia, nos criticamos a nosotros mismos. Quien tiene derecho a criticar ¡Es el que empuja y trabaja! Cómo necesitamos desesperadamente el poder de hombres y mujeres comprometidos sin reservas a una visión, a un llamado y al mundo. Este poder viene de gente común, no de súper-estrellas. Son personas que reconocen que su compromiso puede hacer la diferencia. Sus vidas dejan una marca, no una mancha, en otra gente y en el mundo.