domingo, 2 de julio de 2017

Incertidumbres de la vida


A dondequiera que vayas, haz el bien, que después de un tiempo el bien que hagas te será devuelto. Dale de comer al hambriento, y un día serás recompensado. Comparte lo que tienes lo más que puedas, pues no sabes si mañana el país estará en problemas. Sin embargo, hay varias cosas de las que puedes estar seguro: Si las nubes se ponen negras es porque están cargadas y es seguro que va a llover. Si un árbol se cae, no importa de qué lado caiga; donde cae, allí se queda. Si quieres sembrar, no te quedes mirando al viento; esperar el clima perfecto nunca permitirá la siembra; Si quieres cosechar, no te quedes mirando al cielo. Creer que lloverá todo el tiempo impedirá que se recojan las cosechas. Así como no sabes por dónde va el viento, ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco sabes nada de lo que hace Dios, creador de todas las cosas. Hay que sembrar en la mañana, y volver a sembrar en la tarde porque no sabes cuál de las siembras saldrá mejor, si la una o la otra, o si ambas darán buen resultado y prosperarán.  ¡Qué bueno es disfrutar de la luz del sol! Pero aunque vivamos muchos años, y todo ese tiempo lo vivamos felices, no debemos olvidar que algún día moriremos y estaremos así por más tiempo del que estuvimos vivos y, una vez muertos, ya no podremos hacer nada. (Salomón)