Hoy lloramos la muerte de un querido amigo: SENTIDO COMÚN, que ha
estado entre nosotros durante muchos años. Será recordado por haber sabido
cultivar lecciones tan valiosas como: “Hay que trabajar para comer”, “Soy yo el
culpable”, “No gastes más de lo que ganas” y “Los adultos, no los niños, están
a cargo”, entre otras. Su salud comenzó a deteriorarse rápidamente cuando algunos
adolescentes debieron irse a otro colegio por haber denunciado a un compañero
distribuidor de droga. Sentido Común perdió terreno cuando los padres atacaron
a los maestros sólo por hacer el trabajo en el que ellos fracasaron: “Disciplinar
a sus ingobernables hijos”. Sentido Común perdió el deseo de vivir cuando la
Biblia se convirtió en un manual risible, algunas iglesias en negocios, “Apóstoles”
(nombre mal llamado) en millonarios y
los criminales empezaron a recibir mejor trato que sus víctimas. Para Sentido
Común fue un duro golpe que uno ya no pueda defenderse de un ladrón en su
propia casa, pero que el ladrón pueda demandarnos por agresión y que si un
policía mata a un criminal, incluso si éste estaba armado, sea inmediatamente
investigado por exceso de autoridad. La muerte de Sentido Común fue precedida
por la de sus padres: Verdad y Confianza, la de su esposa Discreción, la de su
hija Responsabilidad y la de su hijo Raciocinio. Le sobreviven sus tres
espantosos hermanastros: “Conozco Mis Derechos”, “Otro Tiene la Culpa” y “Eso a mí no me
afecta”. No hubo mucha gente en su funeral, porque muy pocos se enteraron de
que se había ido...