Te prometí lo infinito sin tenerlo en mi mano, te dije que siempre
estaría a tu lado sin saber que no lo podría cumplir. Te prometí las cosas más
bonitas sin ni siquiera conocerlas... Lo único que te prometí y que sigo
cumpliendo es que te quiero y que nunca dejaré de hacerlo. Puede que sea de
distinta forma, pero nunca dudes de que te quise como a nadie y que habría dado
la vida por ti. Lo único que odiaba de todo esto era la distancia que había entre
nosotros y que para mí era infinita. Tal vez nunca te lo había dicho, pero te escogí
a ti porque encontraste mi punto débil y fuiste la única que descubrió la forma
para calmar esta alma indomable. Te escogí porque me di cuenta de que valía la
pena, valía los riesgos, valía la vida. Puede que mi forma de actuar haya
estado errada, que no merezca estar a tu lado ni tu perdón, pero quiero que
sepas que mi dolor es sincero, así como mis disculpas. Sin embargo, tu orgullo
y tu actitud me impiden recuperarte… Te fijaste en todos los errores que cometí,
pero nunca en todo lo que hice por ti. Sé que te fallé muchas veces pero todas
las veces que te fallé, hubo el doble de veces que estuve a tu lado cuando lo
necesitabas ¡Recuérdalo! Nunca te arrepientas de haberlo dado todo por mí.
Aunque yo no te haya valorado, el día de mañana me olvidaras y volverás a darlo
todo. Hoy te estoy perdiendo y lamento mucho no haber sido capaz de quererte
como lo mereces. No te preocupes, yo tampoco me enamoraría de mí. ¿Quién se fijaría
en unos ojos tristes, una sonrisa rota y un corazón hecho pedazos?