lunes, 3 de julio de 2017

Una servidora silenciosa


En la cultura judía las mujeres vivían  en medio de la degradación y servidumbre, ni siquiera eran instruidas. María Magdalena fue una mujer de la que no se hace mayor mención en la Biblia y solamente se nos dice que había sido liberada de siete demonios, sin embargo estuvo presente en la crucifixión de Jesús al lado de Juan, el único discípulo que asistió a la ejecución. La “Magdala” no era un discípulo, no hacía milagros, simplemente realizaba un trabajo muy discreto y poco visible. ¿Sabías que solo cuatro personas asistieron al entierro de Jesús? José de Arimatea, Nicodemo y dos mujeres, una de ellas era María Magdalena. Un día después, María compró especias y las llevó a la tumba para ungir el cuerpo de Jesús, lo cual era una tradición como llevar hoy en día flores a las sepulturas ¡Prueba de amor y respeto! Ella fue la primera en recibir la noticia de la resurrección de Jesús a través de un ángel e inmediatamente enviada a contar las buenas nuevas a los discípulos. Pero el privilegio más importante, otorgado a esta “mujer” fue haber sido la primera testigo en ver a Jesús resucitado convirtiéndose en apóstol antes que los propios discípulos ¡Que se encontraban escondidos! Cuando María Magdalena narra los hechos, los discípulos que habían estado con Jesús y de quien escucharon personalmente que resucitaría no creyeron… Posterior a este último acontecimiento esta mujer desaparece del escenario bíblico pero deja una gran enseñanza de lo que es una servidora silenciosa…