Nunca confundas un capricho con el amor. El amor es paciente y da
tiempo a la relación para que crezca. El capricho es impaciente, imprudente,
impulsivo e irrazonable. Arthur Schopenhauer decía que: “Todo capricho surge de
la imposición de la voluntad sobre el conocimiento”. El capricho es ciego y eso
prefiere ser. No deja ver tal cual es la otra persona porque te ciega. El
capricho es un amor falso, irreal y suele ser muy egoísta. La terquedad
pertenece al capricho, en cambio la firmeza es propia de la razón. El amor se
controla así mismo y desea lo mejor para el otro. El capricho es obstinado y
exige que se hagan las cosas a su manera. El amor se centra en la persona y en
su carácter, y no solo en sus rasgos exteriores. El capricho se basa sobre
expectativas, condiciones idealistas y se enreda con las sensaciones del
momento. El amor supone lo mejor en el otro mediante una confianza implícita. El
capricho está inseguro de sí mismo, lo que le pone celoso y hace posesivo del
otro. ¡Lo anterior se manifiesta en peleas constantes! El capricho dice amar a
cualquier precio olvidando que el amor no tiene precio. Aferrarse a una persona
como un capricho más de la vida, termina en frustración y sufrimiento. Nunca
olvides que no existe el amor a primera vista, solo el deseo y el capricho del
cuerpo. No importa el tiempo que se deba esperar, si el amor es verdadero
siempre estará esperando por ti.