La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor
reverdece en la tierra buena de los humildes. William Arthur Ward dijo que: “Si
se siente gratitud y no se expresa es como envolver un regalo y no darlo”.
Nunca será demasiado el agradecimiento, a quien no te abandonó en tus peores
momentos. Tampoco hace falta que llegue el día del amigo para agradecer su
valiosa amistad. El agradecimiento es la parte principal de un hombre de bien ¡La
memoria de su corazón! Aquel que agradece todo lo que ha recibido y todo lo que
aun está por llegar sabe que la gratitud es un acto constante de cada hora,
cada día y de toda la vida. Un corazón agradecido reconoce la bondad de Dios y
de quienes son instrumentos del padre, para bendecirnos. Una máxima hebrea
expresa que: “El que da, no debe volver a acordarse, pero el que recibe nunca
debe olvidar”. Demos gracias por todos aquellos hombres y todas aquellas
mujeres que nos hacen felices, ellos son los encantadores jardineros que hacen
florecer nuestro espíritu. Doy gracias a Dios porque me ha dado la dicha de
conocerlos, por su paciencia para soportarme y sus palabras para animarme. Por
ayudarme y consolarme y sus manos para levantarme y todo su cariño.