Ningún ejército defiende la paz. Ningún ser humano ha desarrollado
un mecanismo ritualizado inhibidor de la agresividad para garantizar la supervivencia
de las especies. Por esa razón, el hombre es considerado una especie
extremadamente peligrosa. Muertes sin sentido, un odio inacabable y un dolor
que no se cura… eso es la guerra. Parece que en este mundo si no tienes las
manos manchadas de sangre no llegarás a nada. Pitágoras decía que: “Mientras
los hombres sigan masacrando a sus hermanos, reinará en la tierra guerra y
sufrimiento y se matarán unos a otros, pues aquel que siembra dolor y muerte no
podrá cosechar ni la alegría, ni la paz, ni el amor”. ¡Nunca habrá venganza que
cure el dolor! “Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar
el poder de la bomba atómica, dijo Einstein, yo sugerí la mejor de todas: La
paz”. La humanidad debe cuestionarse, una vez más, sobre el fenómeno absurdo y
siempre injusto de la guerra, en cuyo escenario de la muerte y el dolor solo
permanecen en pie la mesa de negociaciones que podrían y deberían haber
evitado. Aquí se cumple aquello de que: “Buscan la guerra los que no la conocen”.
¿Los únicos ganadores de una guerra? ¡Son aquellos que hacen de ésta un
negocio!