No cuentes demasiadas cosas de ti a los demás, a la hora de hacer
daño la gente tiene muy buena memoria. Ten cuidado a quien le muestras tus
debilidades, algunas personas desperdician tiempo para usarlas en tu contra. ¡Nunca
le digas a la gente donde te duele! Porque será su lugar favorito para
golpearte. Quien te juzga, olvida que todos tenemos debilidades y cometemos
errores y solo el amor puede aceptarnos, perdonarnos y ayudarnos a mejorar. Un amigo
verdadero conoce tus debilidades pero te hace notar tus fortalezas; siente tus
miedos pero fortifica tu fe; reconoce tu falta de habilidad pero acentúa tus
posibilidades. Si hay alguien que conoce todas tus debilidades y se convierte
en tu peor enemigo es TU MENTE. Ahora, no se trata de disfrazar tus
debilidades. ¡Al contrario! Serás fuerte cuando reconozcas tus debilidades. Yamamoto
Tsunetomo dijo que: “Un samurái debe conocer sus debilidades y pasar su vida corrigiéndolas
sin jamás tener el sentimiento de haber hecho ya lo suficiente”. Repite la
lista, enumerando en voz baja todas tus debilidades: Los defectos, los errores
y los males que te atormentan. ¡Confiésalos todos! En un prolongado y espléndido
reconocimiento de todas tus faltas, desnúdate ante Dios sin ocultar nada. Recuerda
que el poder y la misericordia de Dios se perfeccionan en nuestras debilidades
y que según el Salmo 107: 8 es el único que hará hasta lo imposible a favor del
ser humano.