viernes, 23 de junio de 2017

Caricias


Cuando acaricias a esa persona tan especial, te das cuenta que habías vivido toda tu vida con las manos vacías. Apenas rozas su piel, dejas de pensar para dejarte llevar por aquel que te pide con cada latido que lo beses con un mudo lenguaje donde aprendes a reconocer cerrando los ojos. Tal vez no eres bueno con las palabras, pero si aquella persona aprende a quererte, descubrirá en tus caricias lo que no sabes decir y es claro que lo mejor no es una caricia en si misma sino su continuación… ¡Extrañar! No es la palabra, es la necesidad de tu piel que grita por sus caricias, por su pelo. Por esas horas y tus labios en su piel; por el aroma de ese perfume indiscreto que acostumbra en su cuello donde tanto lo buscas… ¿Sabías que una sola caricia puede provocar un caos interno? “Estoy de acuerdo, decía Cabral, que una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, existen millones de caricias que construyen la vida”. ¿Para un corazón roto? Un pegamento de caricias. Es indescriptible cuando empiezas a sentir una oleada de sensaciones desordenadas en tu piel ¡envolviéndote! Te abandonas a ellas. Solo eres piel, bendita piel. Aunque pensándolo bien… ¡No es la caricia! Es quien te toca… esa persona que de algún modo no puedes olvidar y que por robar tu corazón será condenada a cien años de besos y caricias en tus brazos…