¿Sabías que los nietos son la última oportunidad de reeditar
nuestro afecto? Así somos, solo aprendemos a ser hijos después que somos
padres. Y solo aprendemos a ser padres después que somos abuelos. Es verdad que
mis hijos me llenan el corazón de amor y felicidad, pero mi nieta lo desborda
de ternura. ¡La joya más bonita que puedo tener alrededor de mi cuello son los
brazos de mi nieta! Cuando veo a Daniela jugar, recuerdo a mis hijos. Las tres
veces que fui padre sentí que Dios me dio un pedacito de cielo pero cuando fui
abuelo sentí que me dio un nuevo sol para iluminar mi vida. Dice un proverbio
gales que: “El amor perfecto a veces no llega hasta el primer nieto”. De verdad
que los nietos son la recompensa de Dios por llegar a viejo. El corazón de los
abuelos late junto al corazón de sus nietos, en el silencio de la noche así como
en la luz del sol de cada mañana. Más allá de todo, ese lazo invisible de amor
sublime los mantendrá unidos y no habrá fuerza que pueda cortarlo. Los abuelos
que crían a sus nietos dejan huellas en sus almas. Decía Donald A. Norberg que:
“Seguramente dos de las experiencias más satisfactorias de la vida son ser
nieto o ser abuelo”. Si hay algo peor que privar a un abuelo de su nieto, es
privar al nieto de su abuelo…