Ser sabio es como andar en la luz, y ser tonto es como andar a
oscuras, pues el sabio sabe lo que hace, pero el tonto no sabe nada de nada.
Sin embargo ¡Todos tenemos un mismo final! Así que me puse a pensar: “¿Qué gano
yo con ser tan sabio, si al fin de cuentas moriré igual que los tontos? ¡Esto
no tiene ningún sentido!” Como los sabios mueren igual que los tontos, y como
todo se olvida con el tiempo, después nadie vuelve a acordarse ni de unos ni de
otros. Terminé por aborrecer el haber trabajado tanto en esta vida, pues el
fruto de todo mi trabajo tendría que dejárselo a mi sucesor. Y pensé: “¿Quién
sabe si ese va a ser un sabio o un tonto? Y será dueño de todo lo que tanto
trabajo nos ha costado llegar a tener. Ponemos a trabajar nuestra sabiduría,
nuestros conocimientos y experiencia, ¡tan sólo para dejarle todos nuestros
bienes a quien nunca hizo nada para ganárselos! ¡Eso está muy mal, y no tiene
ningún sentido! Después de tantos
trabajos, esfuerzos y preocupaciones, ¿Qué le queda al ser humano después de
tanto trabajar y luchar bajo el sol? ¿qué nos llevamos de este mundo? ¡Nada! Nuestra
vida está llena de dolor y sufrimiento ¡Ni de noche logramos descansar! ¡Eso no
tiene sentido! Lo mejor que podemos hacer es comer y beber, y disfrutar de
nuestro trabajo… (Salomón)