sábado, 24 de junio de 2017

Cicatrices


Llevamos en el alma y en el cuerpo las marcas de la vida. Marcas de las buenas y de las malas. Marcas que forman caracteres y emergen almas más fuertes. Las cicatrices son lecciones de vida que nos recuerdan que uno ha sido más fuerte que las heridas. Ninguna herida sana sin dejar cicatriz y toda cicatriz tiene su historia. No hay cicatriz, por brutal que parezca que no encierre belleza. Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor. Pero también su fin. Las cicatrices, decía Coetzee, son sitios por donde el alma ha intentado marcharse y ha sido obligada a volver, ha sido encerrada, cosida dentro”. También son las costuras de la memoria, un remate imperfecto que nos sana dañándonos. La forma que el tiempo encuentra de que nunca olvidemos las heridas. ¡Nos recuerdan que el pasado fue real! Pero eso no significa que impidan un mejor futuro. En cuanto a mis cicatrices, todas ellas cuentan una historia de cuando la vida intento presionarme hasta caer, pero me vio levantarme cada vez más fuerte. No me avergüenzo de ellas ni las oculto, al contrario me siento orgulloso porque aunque un día fueron heridas dolorosas, noches sin dormir, burlas crueles y terribles peleas, todas sanaron  y dejaron de sangrar lo que deja ver que soy más fuerte que todas ellas. ¡No puede haber medallas sin primero cicatrices! Sé que nunca me abandonarán aunque ya no duelan ni me incomoden. La herida está limpia y cerrada. Alguien dijo que las manos con más cicatrices son las que saben dar las caricias más suaves…