miércoles, 28 de junio de 2017

Cumple, no prometas


Una vez escuché decir que: “Hay gente que no sabe hacer dos cosas al mismo tiempo, como por ejemplo, prometer y cumplir. Razón tenía el rey Salomón cuando dijo: “Vale más no prometer, que prometer y no cumplir”. ¡Nunca prometas cosas que no vas a cumplir! Lo único que logras, es destrozar la ilusión de alguien que cree en ti. “Cuando rompes tu palabra, decía Aristóteles, estás rompiendo algo que no se puede reparar. Piensa primero si puedes cumplir aquello con lo cual te vas a comprometer. ¿Dónde está el truco? Está en prometer solo lo que se puede cumplir o simplemente no prometer nada. ¿Sabías que el más lento en prometer es siempre el más seguro en cumplir? No se debe prometer absolutamente nada que no sea realizable y que no puedes cumplirte a ti mismo. Si no eres capaz de cumplir las promesas que te haces a ti mismo, nunca cumplirás las que haces a los demás. La virtud está en “cumplir”, no en “prometer”. Entonces ¿Qué tal si cumples sin prometer? Porque prometer es fácil, lo difícil es cumplir. Es mejor que ahorres tus palabras y que lo demuestres con acciones. Alguien de verdad no necesita prometer nada, sino cumplir; no necesita hablar, sino demostrar. No hagas promesas y solo deja que las cosas sucedan ¡Que tus actos hablen por ti! Si no vas a cumplir ¡Ahórrate tus promesas! Ojala que prometas, aunque sea, no volver a prometer, el día que aprendas lo que duele una promesa rota. Aquello que prometes bajo la luz de la luna, apróntate a cumplirlo al salir el sol. Los que prometen y nunca cumplen son como nubes y vientos que no traen lluvia.