La quietud es a veces la actividad más productiva. Y donde reina
la quietud y la meditación, no hay lugar para las preocupaciones. Tus mejores
momentos no serán los más ruidosos, sino tus horas de quietud. Cuando hay calma
en tu interior… la adversidad solo es parte del paisaje. A veces hay que
sumergirse profundamente en sí mismo para alcanzar las alturas. Permitir que el
silencio nos lleve al centro de la vida y la quietud nos revele los secretos de
la eternidad. Cuando reconoces la santidad, la belleza, la increíble quietud y
dignidad en las que una flor o un árbol existen, tú añades algo a esa flor o a
ese árbol. La verdadera inteligencia actúa silenciosamente. Es en la quietud
donde encontramos la creatividad y la solución a los problemas. Reposa en la
quietud. A veces, necesitamos estar solos para reflexionar sobre la vida. Tómate
tiempo para cuidar de ti mismo. Piensa en ti. La serenidad; no consiste en la
ausencia de tormentas sin en hallar la paz aun en medio de ella. Nunca estés de
prisa, haz todo en silencio con un espíritu en calma. No pierdas tu paz
interior por nada, aunque todo tu mundo este revuelto. Amado Nervo decía que:
“Hay algo tan necesario como el pan de cada día, y es la paz de cada día; la
paz sin la cual el mismo pan es amargo”.