Un hombre invita a cenar a su jefe a su casa, pero como no tienen
mucho dinero, a su esposa le preocupa que servirá a la mesa. –No te preocupes –le
dice el marido para tranquilizarla-. Cuando el jefe y yo nos sentemos a la mesa
y tú estés en la cocina, deja caer una cacerola al suelo para que se oiga un
fuerte estruendo. Entonces, yo te gritaré: “Querida, ¿Se te cayó el pollo?” De
ese modo sólo nos servirás un plato de frijoles, y asunto arreglado. El día de
la cena, el jefe llega a la casa del empleado con su esposa y sus dos hijos. Cuando
están sentados a la mesa y se disponen a cenar, se oye un estruendo en la
cocina, y el anfitrión, alarmado, pregunta: -Querida, ¿Se te cayó el pollo?
-¡No! –Responde la esposa desde la cocina-. ¡Fueron los frijoles!