Detrás del mostrador el hombre miraba distraídamente hacia la
calle mientras una pequeña niña se aproximaba al local. Ella aplastó su
naricita contra el vidrio y de pronto sus ojos color miel brillaron cuando vio
determinado objeto. Ella entró decididamente en el local y pidió ver un hermoso
collar azul que le había llamado la atención y le dijo al vendedor: “Es para mi
hermana. ¿Podría hacerme un lindo paquete?” En el pañuelo solamente había unas
cuantas monedas… Mirando al dueño con una tierna mirada que expresaba una
mezcla de ilusión y tristeza le dijo: “Sabe, desde que nuestra madre murió, mi
hermana me ha cuidado con mucho cariño y la pobre nunca tiene tiempo para
ella…” Ante el estupor del empleado, el dueño colocó el hermoso paquete en una
de las exclusivas bolsas de la joyería y se lo entregó a la pequeña diciéndole:
“Toma, llévalo con cuidado.” Ella se fue
feliz saltando calle abajo. Todavía no había terminado el día cuando una
encantadora joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el
negocio. Colocó sobre el mostrador el paquete desenvuelto y preguntó: ¿Este
collar fue comprado aquí?” El empleado cortésmente le pidió que esperara un
momento y fue a llamar al dueño, quien de inmediato regresó, y con la más
respetuosa sonrisa le dijo: Sí, señora, este collar es una de las piezas
especiales de nuestra colección exclusiva y en efecto, fue comprado aquí esta
mañana” “¿Cuánto costó?” “Lamento no poder brindarle esa información, señora.
Es nuestra política que el precio de cualquier artículo siempre es un asunto
confidencial entre la empresa y el cliente” “…Pero mi hermana sólo tenía
algunas monedas que ha juntado haciendo muñecas de trapo con ropa vieja, pues
mi sueldo es demasiado modesto y apenas nos alcanza para sobrevivir. ¡Este
collar ciertamente no es de fantasía, y ella simplemente no tendría dinero
suficiente para pagarlo…! El hombre tomó el estuche, rehízo el envoltorio casi
ceremoniosamente, y con mucho cariño colocó de nuevo la cinta diciendo mientras
se lo devolvía a la joven: “Ella pagó el precio más alto que cualquier persona
puede pagar: Ella dio todo lo que tenía.” El silencio llenó el local y las
lágrimas rodaron por el rostro de la joven, mientras sus manos tomaban el
paquete y salía de allí lentamente, abrazándolo fuerte contra su pecho.