Nunca debes olvidar que siempre es más tarde de lo que piensas. Recuerda
que el negro camello de la muerte siempre está cercano. Vive siempre con el
pensamiento de que no vas a vivir para siempre. Es tal la ironía de la vida que
ese conocimiento, por sí solo, te permitirá gustar de la dulzura de cada nuevo
día en vez de que lamentes la oscuridad de tus noches. Todos hemos estado
muriendo, hora tras hora, desde el momento en que nacimos. Entender esto, hace
que todas las cosas se sitúen en su perspectiva apropiada, para que tus ojos se
abran hasta que veas que estas montañas que te amenazan sólo son montículos de
hormigas, y esas bestias que tratan de devorarte, no son sino mosquitos. Vive
con la muerte como tu compañera, pero nunca le temas. Muchos tienen tanto miedo
de morir que jamás viven; ten compasión de ellos. ¿Cómo pueden saber que la
felicidad de la muerte se nos oculta para que así podamos soportar mejor la
vida? Imagínate que por la noche te llamen para siempre. Vierte lágrimas ahora,
mientras puedes hacerlo, por ese día de felicidad que le prometiste a tu
familia la semana pasada y la semana anterior, por el día de amor y de risas
del que nunca pudieron gozar porque estabas demasiado ocupado en perseguir el
oro. Y, ahora, tu familia tiene el oro, es verdad, pero con todo él ni siquiera
pueden comprar la más leve de tus sonrisas. Vierte lágrimas ahora, mientras tu
corazón late todavía, por las flores cuyo aroma nunca aspiras, las buenas obras
que jamás harás, la madre a la que nunca visitarás, la música que ya no
escucharás, las penas que nunca aliviarás, las tareas que no completarás, los
sueños que jamás realizarás ¡El día de hoy puede ser todo lo que te quede! (O.
G. Mandino)