domingo, 3 de diciembre de 2017

200 años de invocaciòn por la paz


Cuenta la historia que en 1816, en un pueblito de Salzburgo, Austria, el sacerdote Joseph Mohr comprobó que el órgano de la iglesia en la localidad de Oberndorf estaba corroído por los ratones y roto, y no había dinero para arreglarlo. Mohr escribió una letra y le pidió al músico del pueblo, Franz Xavier Gruber, amigo suyo, que compusiera la melodía, y los dos interpretaron la nueva canción en la Misa del Gallo, acompañados tan sólo de una guitarra y un coro modesto de campesinos. Desde entonces, la letra ha sido traducida a casi 300 idiomas. El villancico más famoso del mundo se canta en miles de templos cristianos en todo el planeta y se ha convertido en símbolo del anhelo de un mundo mejor. Se hizo tan popular que detuvo, por unas horas, la Primera Guerra Mundial, cuando en la Nochebuena de 1914 británicos y alemanes lo cantaron juntos desde las trincheras ¡En señal de su deseo de paz! En la Nochebuena de 1942 y en medio de la Segunda Guerra Mundial, el Ministerio de Propaganda del Tercer Reich la transmitió por radio a todos los frentes para levantar los ánimos de los soldados. Razón tenía Douglas MacArthur cuando dijo que: “El soldado es el primero que quiere la paz, ya que es el que debe sufrir y soportar las más profundas heridas y cicatrices de la guerra”. Los japoneses cristianos la cantaron en la catedral de Nagasaki, después del estallido de la bomba atómica, en agosto de 1945. Esta melodía bicentenaria une a todos en el ansia de paz, y es un momento de recogimiento y esperanza…