Hace 2000 años un ángel se le apareció a una mujer joven, virgen y
pobre llamada María. El ángel traía un mensaje de parte de Dios: El honor de
ser la madre del Salvador del mundo, algo que más adelante le produciría mucho
dolor… La bendición de Dios no trae consigo éxito, fama ni favor automáticos.
Si tu bendición te acarrea tristezas, piensa en María y espera con paciencia
que Dios acabe el plan en el que trabaja. ¡Dios siempre obra alrededor de los
que ama! María estaba comprometida para casarse con un joven carpintero llamado
José el cual se dio cuenta que ¡su novia estaba embarazada!. La aparente
infidelidad de María conllevaba un estigma social severo. Según la ley de la
época José tenía la opción, como derecho, de divorciarse y las autoridades
judías podían apedrear a María hasta darle muerte. José era un hombre bueno y pensó
en una segunda opción: Divorciarse de María silenciosamente y así romper en
secreto el compromiso. Pero Dios, que siempre tiene opciones adicionales a nuestros
problemas, se le apareció en sueños y le dijo: “José, no tengas miedo de tomar
a María por esposa, porque su hijo lo ha concebido por el poder del Espíritu
Santo. María tendrá un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así
porque salvará a su pueblo de sus pecados… Cuando José despertó del sueño, hizo
lo que el ángel del Señor le había mandado, y tomó a María por esposa.” Aunque
muchos no apoyaran a José en su decisión, El continuó adelante con lo que sabía
que era correcto. Algunas veces dejamos de hacer lo correcto por el qué dirán.
Como José, debemos obedecer a Dios antes que buscar la aprobación de los demás…
Bendito entre todos los papas, amado José, que sin ser el padre biológico amas
a hijos como si fueron tuyos… Hay una recompensa especial en los cielos para
ti!